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22 de junio de 2012 | COLUMNA |

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Escritor de novelas - Seres marginados

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Como llevo escribiendo más del 80% de la vida se me hace un lío escribir porque todo me interesa y quiero abarcar más de lo que me permite el tiempo, y las fuerzas, porque por mí me encerraría a escribir en una máquina que jamás se detuviera y yo tampoco. Repasando mi vida, ayer que estuve de cumpleaños, me senté a meditar el porqué de esta necesidad de escribir, y contar y describir situaciones de las más diversas. Bueno, es una reflexión que hago desde que tomé conciencia de que quizás debiera dedicarme a otra cosa, pero no, creo que he hecho una buena elección y repasando lo que he ido dejando me siento conforme de haber tenido el coraje de meterme hasta el final y con todas las consecuencias en este oficio y de haber perseverado sin considerar los sinsabores y peligros que esta profesión lleva a vivir dentro y fuera del sistema al mismo tiempo.

Curiosamente ser escritor tiene un estatus que la sociedad valora bien, un escritor es respetado, de eso no cabe duda, y si es de éxito entra a la categoría casi mítica o una especie de semidiós, porque se valora y pondera todo lo que habla y dice. Bien, es esto una parte atractiva de ser un escritor de renombre aunque no sea millonario, o a la espera que lo sea alguna vez.

Mi caso es que en la medida que he ido tomando conciencia que de verdad soy un escritor es cuando leo y veo la vida de otros, incluso aquellos que admiro, hay una semejanza enorme por la sencilla razón que todos comenzamos igual y nadie puede ser escritor sin haber escrito algo primero para presentarlo en algún sitio, y en el momento de creación y de escritura nadie tampoco paga ni apuesta nada por lo que pueda salir de ahí. El resto es bien sabido, es cosa de relaciones, contactos, participar en actos públicos, ganar eventos, hacerse notar: radios, televisión, foros, tomar y "defender" causas de alta sensibilidad y connotación social; aparecer como defensor de ellas, es decir crearse el mito de "luchador" y pionero de causas perdidas, eso es lo ideal. También "hacerse el mito" es tener la astucia de vincularse a temas de gran aceptación popular, como ser, mundos esotéricos, mágicos, corrientes filosóficas sencillas que están en la mente de todos; sabiduría oriental; leyendas medievales, donde existían secretos a desvelar, aventuras, etc.

Con todo ese bagaje si se tiene la cara dura se puede trabajar como si fuera propio y asociarlo al nombre del autor. La gente da por hecho que el escritor famoso es el creador de un dicho que circula por las redes sociales de Internet. Así se puede pasar por inteligente y actualizado.

Lo otro es vivir en el centro de un país, contar con buenas relaciones, meterse a un círculo y "vender" una imagen auto trabajada, esto puede llevar a encontrar la puerta, el contacto preciso, la llave que le abra las puertas al éxito, a la fama y a la riqueza, si es esto lo que busca. Yo sinceramente pienso que no se necesita gran inteligencia sino la habilidad de escribir y redactar bien y poseer un ingenio y una seducción capaz de captar lectores y seguidores, logrando esto puede convertirse en una máquina de hacer dinero, pero dinero con forma de libros y ya está. ¿Cuánta inteligencia pura realmente se necesita para ser un escritor de éxito? No mucha, basta ver como responden en las entrevistas o cuando hacen análisis políticos fuera de la realidad con la que tropezamos. Para tener una respuesta contrastada científicamente les recomiendo leer las obras perdurables clásicas que por siglos son la base de nuestra cultura literaria y compararla con los libros actuales hacer haciéndose la pregunta si en 100 años, o 300 o 1000, estos libros tendrán el valor suficiente como para justificar su supervivencia. Es difícil saber cual o cuales bestseller seguirán teniendo un valor que los haga necesarios en el futuro.

También si el escritor tiene la habilidad de "elegir" los temas, dependiendo el lado al que se incline y de como se incline encontrará eco de inmediato si esos temas son de "consumo" y eso es una opción personal. Tampoco cuesta saber lo que esta de moda, lo que es del gusto masivo y los autores de éxito acaban encasillándose en temas de consumo masivo, esa es otra clave del éxito, como vemos nada difícil. Cuando el nombre de un autor es muy rentable, en torno a él se forma un equipo de asesores y expertos que le dan todo hecho, casi escrito a los escritores de éxitos para que sigan produciendo ganancias estratosféricas.

Los temas elegidos son fundamentales para conseguir el éxito a corto plazo, el asunto es meterse con temas polémicos y desde ahí fabular o novelar porque "es lo que el público quiere o pide". Por eso no es extraño ver los títulos que aparecen en el mercado. La vida de gente famosa, es un buen anzuelo para construir una novela, porque al público le gusta conocer el mundo de esos seres envidiados u odiados, no importa si las historias sean reales. Todo sirve en esta sociedad de consumo.

Los temas de misterio o de detectives de ficción también tienen demanda, y la ciencia-ficción bien escrita tiene buena salud, pero la segunda es un poco más difícil para los escritores jóvenes que tienen la tendencia de especular demasiado con mundos y tecnologías vomitables, olvidando el concepto de "ciencia-ficción", lo que quiere decir ciencia y ficción, ficción científica. Lo que significa que el escritor sepa de lo que escribe.

Hay otros géneros literarios más difíciles de conquistar el mercado como es la poesía y el ensayo, esto no significa que no puedan circular.

Hay otros temas que a la gente no le agradan, a los editores tampoco, son los temas sociales, esos que hablen de pobres y marginados, porque los marginados es gente que pareciera apestar y entre más lejos se encuentren mejor, porque nadie quisiera ser o volverse marginado alguna vez y esos seres del submundo no pueden ser modelo en nada para el mundo. Si no me equivoco más de la mitad de los 7.000 millones de habitantes que somos, las tres cuartas son, somos, personas pobres o en vías de marginalización y eso no es estimulante ni siquiera es un incentivo para tomarlos como "inspiración". Aunque hay grandes autores de magistrales novelas sobre este segmento social, no son muchas realmente en comparación con otros géneros literarios.

Condición sine quanon para hablar de esas personas o grupos marginales o desfavorecidos de la fortuna y de la sociedad, hay que conocerla, no se puede inventar el dolor y la desesperanza, como la desilusión, el hambre, las injusticias y la falta de compasión y amor. A nadie le agrada hablar del submundo por temor a contaminarse de conciencia, es decir de tomar conciencia con el mundo de los postergados, nadie quiere vivir cerca de ellos, cuanto más lejos posible mejor, lo que es en la vida real lo es en el mundo literario. Un escritor de pasarelas que le encanta el glamour, nunca va a escribir de esos universos porque de solo pensar en ellos se les resiente la nariz, menos hablarán y considerarán a los líderes que luchan delante esos marginados y los escritores de pasarelas los odiarán porque no pueden entender cómo tipos aburguesados se meten a defender a gente desplazada, a seres marginados, por naturalezas, flojos, vagos, ladrones y subversivos. Literariamente no son apetecibles esos temas y si los escritores no calan en esos estratos sociales, mejor es ignorar que existen y mirar al lado.

Yo tengo un gran respeto por ese mundo y lo conozco un poco también y parte de lo que he escrito y publicado en todos los géneros, cuento infantil, novela infantil, novela para adultos, ensayos, poesía en todos ellos he metido a mis marginales y he logrado buenos textos, porque me he apegado al sentido de denuncia y justicia. Es un tema que está ahí y yo no temo a ratos sentirme marginado por estar cerca de ellos. Dejo claro que no me gusta la pobreza ni la miseria, ni el hampa ni el submundo, pero existe, esta afuera, ahí mismo por donde caminamos, pero no lo queremos ver ni vincular con nosotros porque somos y nos sentimos distintos. No sé si llegará el día en que estén todos los seres humanos urbanizados, con sus necesidades básicas satisfechas. Antes creía, cuando era más joven, pero hoy, recién cumplido los 68 no lo veo tan sencillo, no sé por donde, cuando la marginación se hace más visible con la crisis y los nuevos desplazamientos de las personas en busca de mejores oportunidades. Sí, tengo un sabor amargo en la boca, me da tristeza el tema. Al menos Europa con su crisis económica, ha evitado otra guerra mundial que se hubiera dado aquí de nuevo de no ser por la unión de los países que han creado las dos guerras mundiales anteriores por crisis similares a esta. Pero eso es otro tema.

Mis cuentos están llenos de metáforas "reales" de seres humanos marginados, voy a nombrar un solo cuento, escrito en la prensa regional de mi país en 1985 que titulé Phaleg. Phaleg es un vagabundo que duerme en la tierra, sobre papeles, cartones y trapos, debajo de unas rocas, solamente llega a dormir por las noches ahí mientras contempla las estrellas. Muy cerca de ahí se comienza a construir un edificio inmenso, sólido y hermoso. Phaleg contempla maravillado el despliegue de herramientas, maquinarias, materiales y personas trabajando mientras él contempla todo impresionado. Un día comienza a sentirse mal y teme no superar la enfermedad porque carece de recursos y de alguien que le dé una mano y espera resignado el momento de expirar. De día se maravilla con el avance de la construcción y de noche con la luz de las estrellas. Una mañana no abre más los ojos y por extraña coincidencia el edificio está acabado y abierto a la fe, es un gran templo, donde se hará culto a Dios. Phaleg, al ser removidas las piedras es arrojado a una quebrada junto a los escombros que sobraron del edificio para ser rellenada y tapizada de flores. Phaleg es un templo humano también pero nadie lo supo nunca.

Esto que he relatado sucede todos los días, a cada minuto, en todos los sitios, se construyen grandes salones culturales, y no se invita a los artistas marginales, se construyen fastuosos templos para la fe y oración, mientras miles no tienen un techo mientras oran al cielo...

Recuerdo que hace algunos años, no tantos, me sentía muy enfermo cuando andaba en la ciudad, sentí miedo, estaba mal y busqué un sitio que fuera relativamente seguro para calmarme mientras llegara alguien de mi familia a buscarme. Como pude caminé hacia la biblioteca de la ciudad, caminando con dificultad me introduje en una sala llena con estantes de libros, en cierto modo me sentí respaldado por ellos y tomé asiento mientras trataba de marcar mi teléfono móvil para avisar a mi hermano donde me hallaba, apenas me salía la voz, y logré hacer la conexión. Luego cerré los ojos y me puse a esperar y a pensar muchas cosas. De pronto viene un empleado de la biblioteca, de corbata y con áspera voz me invita a salir de la sala porque no era para el "público" sino para conferencias. Salí de ahí, no he pisado más esa biblioteca y pensaré dos o tres veces si me invitan a alguna. En ese momento recordé a Phaleg y otros personajes marginales de mis libros, me dije por el empleado: "Pobre infeliz, se gana la vida cuidando libros, no tiene ni idea de la dimensión que ocupa..." Todos esos marginales de los que yo hablo, de los desplazados lo han sido de sus derechos. Ustedes dirán que Phaleg la historia que narré recién es un invento mío, no fui testigo de ella, durante meses, semanas pasé por el lugar del mendigo y la construcción del templo. Sé que murió porque leí en la prensa regional que hablaban de un indigente fallecido frente a una nueva iglesia.

No quiero desanimar a los que aspiren a ser escritores, si esto no tuviera cosas buenas no se podría seguir, y las hay, los reconocimientos y premios, por modestos que sean son un gesto del valor social que tiene el trabajo de escribir y la valentía de resistir ante preguntas tan estúpidas como ésta: "Dígame señor escritor, ¿se puede vivir de la literatura?" Respuesta: "No, pero se puede morir por la literatura".

La defensa de los derechos de autor de los escritores es un tema delicado, quizás uno de los más delicados porque no se respetan cabalmente, aunque hay gestiones e instituciones que han tomado esta responsabilidad de defender los derechos de los escritores y de sus obras. Los libros mueven millones, generan puestos de trabajo, entregan conocimientos, entretienen y son parte de los sistemas educacionales, pero los autores, solo algunos obtienen las ganancias casi completas y el resto no sabe como recupera y hacer valer sus derechos.

Es hermoso para un autor que un lector se acerque respetuosamente y le agradece que haya escrito algo que a él le ha hecho cambiar la vida, se la ha mejorado. Cuando a uno le dicen esto, significa que ha valido la pena haberse dedicado a escribir...

Para terminar lo haré refiriéndome de nuevo a los Beatles, cuando ellos estaban en la fama asistieron a una conferencia que dio un famoso escritor inglés y ahí seguramente tomaron conocimiento y nota del tema por el que pasamos o pasan muchos escritores en cuanto a la necesidad de publicar a cualquier precio. Esto sería como encontrar a arquitectos que quieran construir casas gratis, dentistas que pongan dientes gratis, taxistas que quieren llevar gratis, médicos trabajar gratis (que hay hay) panaderos, negociantes que quieran regalar todo...poco creíble, pero los escritores tienen que regalar sus manuscritos, luego sus derechos y sus libros a los amigos que por serlo no quieren pagar. El tema Paperback Writer, escritor novelesco lo dice todo en pocas líneas y como siempre magistralmente. Les dejo con la canción:

http://www.youtube.com/watch?v=0y7SyLXNwDQ&feature=player_embedded

 

 

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