Logotipo

Portada Suecia América Latina Mundo Multimedia
 
 
Ovejas y perro
El perro cuidando sus ovejas. Foto: Mauro A. Fuentes. fotomaf.com
 

10 de abril de 2012 | CULTURA - CUENTO CON MORALEJA |

La naturaleza del perro

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Flato se rascaba la oreja con fuerzas, nada le picaba era solo un tic nervioso de desconcierto, porque no sabía qué hacer ante la situación que a estas alturas de la vida le estaba ocurriendo. Las ovejas líderes que él cuidaba como perro pastor estaban abusando de su buena voluntad y confianza al permitirles salir por un hoyo que él mismo había cavado debajo de la alambrada para que jugaran y cuchichearan con unas ovejas jovencitas un poco sueltas que venían cada atardecer de alguna parte.

Como vio que no había peligro en esa amistad hizo la vista gorda, pero atento a todo. A veces las ovejas detenían sus juegos dándose cuenta que era para mirarle a él, como si tramaran decirle algo.

Tenía a su cuidado más de 200 ovejas y corderos en el corral pero mucho más pasivas y tranquilas que sus amigas predilectas. Una tarde las dejó salir sin perderle la vista, y se enterneció al verlas correr y saltar tan felices como si fueran realmente libres llenándose de emoción, era la primera vez que experimentaban esa sensación de vivir sin alambradas.

El encuentro entre las amigas acabó por hacerse una costumbre y Flato bajó la guardia, aprovechando de dormir pero con un oído bien dispuesto que funcionaba como un radar, ante cada berrido y movimiento de las ovejas, y así fue pasando el tiempo.

Una mañana, cuando estaban todas las ovejas siendo contadas por los peones del rancho y su jefe, vio que la oveja Clotilde, la líder con campanita al cuello le miraba con insistencia y una cara de pena ¿Por qué tendría esa cara?, se preguntó. Luego del rutinario conteo vio a Clotilde que se acercaba a él.

- Flatito ¿podemos conversar contigo un ratito?

-¡Claro que sí amiga! ¿Quieres decirme algo..., pedirme algún favor?

-Sí, quiero hablar de ti primero y de mí y mis amigas luego.

-Tienes mi consentimiento, a ver, comienza a hablar de mí, me ha entrado la curiosidad ya que nadie lo hace por ser yo un perro pastor, ocupado en este oficio las 24 horas del día.

- Mira querido Flatito, tú eres un hermoso y gran perro que desde que nosotras éramos pequeñitas te hemos admirado y querido, por ser tan fuerte, por el color de tu pelaje, músculos, por tus orejas caídas y tu hocico de inmensos colmillos que nunca nos han dañado que sólo usas para defendernos de los enemigos, especialmente ladrones humanos y de otros perros, porque lobos no hay por estas tierras...

Flato, no entendía donde quería llegar su amiga con tantos halagos, por eso se hizo oír:

- ¡Al grano amiga, que no entiendo tanta alabanza ciega!

- Bueno, querido Flatito - dijo con un mohín entre humilde y coqueto Clotilde, mientras sus amigas miraban la escena desde lejos -, resulta que me gustaría saber más de ti. Por ejemplo, si has pensado alguna vez cambiar de vida. Cambiar de dueño, de lugar, de trabajo o de vivir en completa libertad...

Flato, no entendía el porqué del sentido de esa conversación de su amiga Clotilde, era la primera vez en su vida que le preguntaban si deseaba hacer algún cambio en su vida, o de vivir en libertad, siendo que era un perro, con amo y trabajo, y los perros con amo no conocen más libertad que la que le otorga el amo. Él tenía de todo, trabajo, comida, buen trato y libertad y sobre todo se sentía feliz y seguro ahí en su territorio donde era respetado y temido. Su amiga insistió:

- Es que nos da pena que te quedes aquí hasta que mueras, todavía eres un perro joven, no merece la pena vivir encerrado, sin conocer más de la vida, haciendo un trabajo de pastor monótono y aburrido dónde cada día es igual a otro. No olvides que detrás de esta alambrada está el mundo, las montañas, los bosques, los ríos y mares y la libertad. Eres un perro y has olvidado tu naturaleza de tanto vivir con ovejas te has convertido en una más y eso no puede ser, eres un perro, descendiente de lobo, no olvides nunca tu propia naturaleza querido amigo.

 

Sin decir nada más, la oveja Clotilde volvió a reunirse con sus amigas, dejándole sumido en un mar de cavilaciones por sus palabras, cuyo sentido no atinaba a comprender. Temía que fueran el adelanto de que algo iba a suceder. Para evitar cualquier entuerto hablaría con ellas y sus nuevas amigas. Necesitaba ser claro y categórico. Una vez que acabaran los juegos de esa tarde les prohibiría lamentablemente la junta, porque antes de esa amistad sus ovejas no pensaban así y si tenían en mente escaparse lo impediría. Era un pensamiento básico, pero lógico para la mente de un perro pastor. Por eso, cuando llegaron las ovejas a buscar a Clotilde y a las diez compañeras preferidas del corral, las dejó salir por un rato advirtiéndoles que al acabar el juego quería conversar con todas. Por cierto, le aseguraron al unísono que así sería y se fue a contar más tranquilo el resto de ovejas mientras ellas jugaban cerca.

Una vez que comprobó que las demás ya estaban todas durmiendo plácidamente volvió al sitio para reunirse con Clotilde y sus amigas. Se estremeció al no ver a ninguna ¿qué pudo haber pasado?- se preguntó. Lo que pasó fue que las ovejas se marcharon y para siempre.

El amo de Flato y patrón de esas tierras, acabó por descubrir el hoyo cavado por su perro y lo entendió todo. Entendió que su perro no pensaba como tal sino como oveja, le dio una gran reprimenda con palos incluidos por donde cayeran y le echó del corral, como a un inútil, advirtiéndole que si se cruzaba en el camino le daría un tiro. Flato, humillado entendió eso, y cabizbajo, salió del rancho alejándose todo lo que podía de lo que fue para él el paraíso.

 

Pasó mucho tiempo, quizás unos cinco años y Clotilde vagaba por los prados esmirriada junto a dos de sus amigas de las diez que fueron cuando se escaparon junto a las nuevas ovejas que habían conocido y que le enseñaron la libertad. Desgraciadamente una a una fueron presas de los lobos. La vida se les había complicado mucho de pronto, tenían hambre y un miedo terrible de caer en las fauces de esos feroces animales.

Una tarde que estaban apiñadas, ateridas de terror y hambre ven aparecer de la oscuridad la figura de...¡un perro!, un enorme perro, era Flato, el viejo perro ovejero, guardián de ellas en su tiempo. Clotilde, luego del espasmo de terror pasó al de admiración y felicidad gritando: "¡Flato, querido Flato, has llegado a salvarnos, gracias a Dios!..."

Pero Flato con inusitada violencia saltó sobre ella y la mató para comérsela, el hambre era mayor. Había aprendido a hacer caso al instinto de su naturaleza.

Moraleja: Cuida tu naturaleza si la has educado para el bien.


Columnas anteriores:

Poesía en tiempos difíciles - Tributo a Jonás

Tema: psicópatas en serie

¿Es posible la creación del hombre-planta, que se alimente solamente de luz solar?

A un año de la catástrofe en Japón

¿Las blancas estelas de humo en el cielo es una señal de la guerra "psicofísica?"

El hilo del amor en páginas viejas

Los senderos de la vida y los recodos del alma

Realidad lo soñado

Recuerdo de una foto en sepia

Siempre hay una primera vez

La virtud y el pecado, la honradez y la corrupción

Un departamento mágico

Buenos propósitos

Papá no te duermas - Cuento navideño

La infancia en el campo de batalla

Hablemos de una realidad específica - Segunda parte

¿Soñar no cuesta nada? - Primera parte

El origen de una aracnofobia

Apuntes sobre el inconsciente: sueños, tincadas, percepciones e intuiciones

 


SI UD. TIENE ALGUNA CONSULTA QUE HACER, ENVÍENOS UN CORREO ELECTRÓNICO CON SU INQUIETUD A: magazinlatino@gmail.com Y ESTÉ ATENTO/A A LA RESPUESTA EN NUESTRA PRÓXIMA EDICIÓN.


 
 
 
Copyright 2011 © Magazín Latino

All rights reserved.