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Felicia Feldt

La hija de Anna Wahlgren, Felicia Feldt es autora del libro "Felicia försvann". Foto: Fokus.se.

 

16 de enero de 2012 | EDUCACIÓN |

La caída de un ícono

Después de la publicación de "El libro de los niños", a comienzos de los ochenta, Anna Wahlgren se convirtió en la gurú indiscutida en materia de crianza del niño, y el libro en la "Biblia" de padres ansiosos de consejos para cuidar a sus bebés. La obra cumple 25 años y aun sigue vigente en las librerías. Sin embargo, los nueve hijos de la connotada experta habían guardado silencio.

Hasta ahora, cuando una de las hijas de Anna Wahlgren, Felicia Feldt, de 44 años, ha decidido contar su propia historia, escribiendo un libro autobiográfico que lleva como título: "Felicia se desvaneció" (*).

En este, Feldt aniquila por completo la imagen de su madre, relatando una infancia colmada de caos, conflictos, abusos, castigos físicos y síquicos y alcoholismo. En completo contraste a la imagen idílica de la Anna Wahlgren de todos estos años.

- Mi madre ha tenido derechos exclusivos en el ámbito público durante cuatro décadas. Ella ha tomado de nuestras vidas en muchos de sus libros, se tomó ese derecho. La voz del niño también debe ser escuchada, para que exista algún tipo de equilibrio, ha dicho Felicia Feldt.

"Si sólo una décima parte de lo que Felicia Feldt escribe sobre su madre es verdad, significa esto el fin de Anna Wahlgren", escribe Jens Liljestrand, en DN.

A continuación, la crítica literaria de Jens Liljestrand.

 

Fuente:  Dagens Nyheter. 11-01-2012/ Jens Liljestrand. Traducción: Magazín Latino

 

En la elogiada serie de libros de Liv Strömquist "Sí a Liv", ella hace una divertida y perspicaz búsqueda. "Los niños, escribe, "son democratacristianos". Con esto quiere decir que los niños prefieren familias tradicionales a las relaciones abierta. Tradiciones más que innovaciones. En vez de afirmar el derecho de los padres a vivir sus deseos hedonistas les exigen moral, decencia y orden en la fila. Varios estudios sobre padres confirma la veracidad de las observaciones de Strömquist. La vida con niños puede provocar un retroceso a los roles de género tradicionales, cuando la pareja libre y con (supuesta) igualdad es presionada a la vida hogareña feliz con niños pequeños. Tener hijos significa para muchos establecer su vida según el ideal burgués de la familia – de nueve a cinco con auto - préstamo de vivienda, viajes chárter y orgías navideñas.

Muy pronto los padres se dan cuenta que los niños no quieren ser únicos. El espíritu aventurero de los niños es solo superficial; en el fondo se su alma son conservativos materialistas que quieren ser como todos los demás y quieren tener todo lo que todos los otros tienen. Si le dejamos el control – lo que hacemos cada vez más - el resultado no será radicalismo, sino conformidad.

La serie de Liv Strömquist termina con un mini Göran Hägglund [líder de los democratacristianos] extendiendo sus pequeños brazos hacia la madre aterrorizada y diciendo "Mamá, ¿por qué no me quieres?" Las palabras me dan vuelta en la cabeza cuando leo la autobiografía, ya muy famosa, de Felicia Feldt "Felicia se desvaneció". Aunque finalmente las palabras se convierten en "Mamá, ¿por qué no te quiero?

No he leído ni siquiera en la literatura de ficción un libro tan lleno hasta el borde del odio en contra de un padre. El libro es una ejecución pública, sin reconciliación, sin piedad. La madre es expuesta como un demonio alcohólico, caprichoso, narcisista y sin límites sexuales, que transforma a la familia en un taller experimental de sus bizarras ideas de como educar. Lo atractivo de la historia es, por supuesto, que la mamá no es un cualquier caso social, sino Anna Wahlgren, uno de los íconos de Suecia - y ahora del mundo - más conocidos, justamente en la educación de los niños.

 

 

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"Felicia se desvaneció" no es un ningún libro de mala calidad. Son memorias doloridas y destrozadas de una vida a la sombra de una madre egoísta y dominante. El libro da a veces una visión fragmentaria, como escrito desde un trabajo de terapia no terminado, pero en lo rapsódico hay también un estado febril que hace que el libro sea cautivante.

Desde el punto de vista estilístico, el libro mantiene un alto nivel para ser descartado fácilmente como chismes especulativos. Pero desgraciadamente tampoco tiene el mismo nivel, de, por ejemplo, "A mí no me posee nadie", de Åsa Linderborg, literatura que se sostiene por sus propios méritos. El libro es más bien uno en una serie de productos literarios, cuya comercialización y venta requieren un contexto que despierte interés; en este caso una mamá famosa en combinación con alta autenticidad. Por lo tanto es tanto imposible como inútil para mí discutir el texto solo como una obra literaria, por lo tanto de aquí en adelante hablaré, en forma clara, sobre su contenido.

Porque es así: si solamente una décima parte de lo que Felicia Feldt escribe sobre su madre es verdad, significa esto el fin de Anna Wahlgren. Ella ha perdido toda su credibilidad en el área que ha sido su fuente de subsistencia, o sea el cuidado de niños. Los supuestos abusos son graves, la irresponsabilidad profunda. La madre es acusada de golpear, beber y llevar a casa hombres que abusan de los niños en casa.

La escena más fuerte es cuando Feldt describe el "día de la intimidación", que es el día antes del cumpleaños del respectivo niño. Durante ese día el que cumplirá años tiene que limpiar la cocina y el baño y soportar las burlas e insultos de sus hermanos. El niño no se puede sentar a la mesa. Para la cena come una cabeza de pescado hervida y fría. Al día siguiente celebran el cumpleaños con glotonería de alegría, amor y dulces. La madre inventó el ritual, "ella dice que el día de intimidación existe para que nosotros, los niños, podamos verdaderamente apreciar el cumpleaños".

Pero si uno deja de lado por un momento las acusaciones concretas de abuso y negligencia y la tragedia que ahora se desarrolla públicamente, el libro refleja también un cambio en nuestra visión de la familia.

En "Felicia se desvaneció" hay un tono crítico, un cuestionamiento implícito de todo un estilo de vida. Lo que para el entorno parecía como encantador y atrevido, cuando Anna Wahlgren tuvo éxito en 1983 con "El libro de los niños" ahora resulta una mentira. La madre sola, intelectual, que por su propia cuenta crio a nueve hijos como personas con autoestima e integridad era en realidad líder de una secta con evidentes trastornos en sus relaciones, que utilizaba a los niños para ponerse ella en escena como la madre por excelencia. La gran familia bohemia con padrastros que iban y venían, sin raíces, constantemente mudándose, exigiendo que los hijos mayores cuidaran a los más pequeños - desde la perspectiva del niño esto era un campamento de trabajo, como una pesadilla y caótico.

En "Felicia desapareció" hay un fuerte anhelo por la imagen del padre ausente; el libro también está dedicado al padre de la autora. Pero en su rechazo del mito romántico del rebaño desordenado, vivaz de la familia, bien podría estar dedicado a los padrones familiares normales y tradicionales. Aquí el libro tiene algunos puntos en común con la ya clásica confrontación de Bengt Ohlsson con la cultura de izquierda, la clase social cuya imagen propia dice ser "follar un poco, tomarse un trago o quizás algo más placentero, tener crisis del alma, vestirse de forma extraña".

Anna Wahlgren, en la versión de su hija, encarna justamente el estereotipo de élite cultural pretenciosa, un compadrazgo de expertos auto designados con respuestas absolutamente seguras sobre todos los misterios de la vida. Y quizás sea así finalmente como deba leer la autobiografía de Felicia Feldt: como otra dimensión de la negativa de mi generación de firmar la paz con la generación de los años 40. Una retardada y, por lo tanto mucho más cruel, rebelión de un adolescente. Una amarga despedida a la voz que susurra en nuestros oídos: Mamá es quien todo lo sabe.

 

(*) Observación: "Felicia se desvaneció" es una traducción libre de "Felicia försvann".

 

 

 

 
 
 
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