28 de marzo de 2011 | COLUMNA
La visita a Chile de Barack Obama
Por Lilian Aliaga
Durante varias horas el día lunes recién pasado, los chilenos que en cualquier lugar del país encendíamos el televisor, nos sentimos como frente a una de esas películas gringas en que se hace gala de toda la parafernalia que rodea al presidente de la primera potencia mundial. Impresionantes vehículos blindados circulando a toda velocidad desde el aeropuerto hacia el centro, con destino al Palacio de Moneda. Numerosos agentes apostados en ventanas y azoteas de todos los edificios cercanos, con sus típicos trajes obscuros y gafas, calles acordonadas y fuertemente custodiadas por la policía.
Y es que la visita de Barack Obama a nuestro país generó un despliegue de fuerzas de seguridad nunca antes visto. Numerosas calles bloqueadas produjeron un sinnúmero de trastornos a los trabajadores y habitantes del centro de Santiago, muchos de los cuales reclamaban a viva voz su derecho a transitar por las calles de su ciudad.
Lo mismo ocurrió a la mañana siguiente, en que las personas que concurrían desde el sector oriente de la ciudad hacia el centro, se vieron atrapadas en un "taco" de varios kilómetros, producido por el bloqueo de la ruta de desplazamiento de la comitiva presidencial, desde el hotel Sheraton hacia el aeropuerto; paradójicamente el canciller que tenía por misión despedir a tan ilustre visita se quedó también atrapado en este atochamiento, no pudiendo cumplir su cometido....
Discurso para Las Américas, encuentro con los ex presidentes chilenos, cena de gala, ofrecida por su par chileno en el Palacio de La Moneda, constituyeron las actividades desarrolladas en las escasas 21 horas que el mandatario estadounidense permaneció en nuestro país.
Por su parte la primera dama tuvo también un rol protagónico durante esta visita y dejó ampliamente demostrado porqué incluso supera a su marido en las encuestas de popularidad de su país. Hizo gala de un carisma extraordinario en todo momento. Recién llegada se trasladó a una escuela de la comuna de Renca en compañía de la esposa del presidente Piñera; allí se dirigió a la comunidad escolar con un discurso claro, motivador, comprensible para los niños, y lo más importante: creíble. Su postura, su mirada, su sonrisa, sus gestos y su forma de aproximarse a las personas irradian calidez y autenticidad.
Nunca he sido una admiradora de la "cultura yankee", sin embargo debo reconocer que el primer presidente afroamericano en la historia de los Estados Unidos despertó en mi gran simpatía y expectativas; por lo mismo, la respuesta dada por Barack Obama, a un periodista chileno, durante el encuentro con la prensa, hizo que me sintiera muy defraudada.
Al ser consultado, por Rodrigo Vergara, de la radio Cooperativa -si Estados Unidos ayudaría en las diligencias para colaborar con las causas relacionadas con las violaciones humanas, ocurridas en Chile, y si estaría dispuesto a pedir perdón por lo que su país hizo en la década de los setenta- , Obama respondió, visiblemente incómodo, que prestarían colaboración en ello en la medida de lo posible y que "hay que aprender de la historia, pero no quedar atrapado en ella, pues hay muchos desafíos en el futuro".
Acerca de pedir perdón, a juicio de miles de compatriotas, desperdició una inmejorable oportunidad de engrandecer su figura y ennoblecer su cargo.
Finalmente, el menos frustrado con esta visita resultó nuestro presidente, pues para su beneplácito, se dio cuenta que tiene mucha similitud con Obama, como lo hizo notar en el discurso de bienvenida y en el brindis que realizó en la cena de gala....
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