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TeliaSonera

El director ejecutivo de TeliaSonera, Lars Nyberg. Foto: SvD.

 

13 de febrero de 2013 | SUECIA |

Nadie se responsabilizó

SIN CONTROL Telia Sonera es una empresa descarriada, con un valor en la Bolsa de 200 mil millones. Su director ejecutivo ha abandonado el cargo, la directiva ha fracasado y el director del área de negocios, que permaneció, está bajo sospecha.

Una pesadilla para cientos de miles de accionistas.

2,4 por ciento es la caída que experimentaron ayer las acciones de Telia Sonera.

Fin del juego.

Es la sensación que permanece tras la dramática jornada de ayer [01-02-13], en la que tanto la junta directiva como la de gestión fueron prácticamente aniquiladas. El director ejecutivo, Lars Nyberg, dejó su puesto anteanoche (día 31 de enero) tras recibir duras críticas en el informe de Telia por Biörn Rieses sobre la millonaria inversión en Uzbekistán.

Fuente: Svenska Dagbladet. Jan Almgren. Joel Dahlberg. 31-01-13. Traducción: Julián Díez Fernández

La directiva, que según la investigación no ha acertado en muchos casos, espera dimitir en su totalidad durante la junta a principios de abril. Tal vez permanezca algún miembro que otro.

La imagen que trasciende, con las inversiones en la dictatorial Uzbequistán , es en el mejor de los casos, la de una junta gestora naíf e incompetente que no ha controlado a sus copartícipes.

O bien como lo define el abogado Biörn Riese:

– Si uno no sabe explicar lo que ha hecho, con quién lo ha hecho y cómo lo ha hecho, los deberes por cumplir son un pesado lastre.

– Simplemente: Dirijo mi severa crítica tanto al director ejecutivo, a la junta directiva como a los responsables del proyecto en lo que se refiere a los negocios en Uzbekistán, dice Biörn Riese.

Dice que no puede demostrar que Telia Sonera haya realizado prácticas de soborno y de lavado de dinero en el país centroasiático bajo el mando dictatorial de Islam Karimov. Pero esto no significa que asegure sin dudas que la compañía de telecomunicaciones no haya cometido delito alguno.

– Es importante mantener ambas cuestiones por separado. Quiere decir que no hay material suficiente en este momento para afirmar que haya habido un delito, pero no se pueden descartar las sospechas, comenta Riese.

Fue en la Nochebuena del 2007 cuando Telia Sonera firmó con la compañía uzbekistana Takilant el acuerdo para la compra de la licencia de 3G en el país asiático, por la cual pagó la compañía sueca un total de dos mil millones de coronas.

Se trata de una enrevesada historia con muchas idas y vueltas en la que es fácil perderse. A su vez es un incomprensible relato sobre cómo un gigante de la telecomunicación con participación estatal carece de control sobre su propia organización, ni siquiera para macronegocios en un país donde impera la corrupción.

Biörn Riese descubre entre otras cosas que, según documentos aportados por una directiva menor de una sociedad dentro de Telia Sonera, era bien sabido que la hija del dictador, Gulnara Karimova, era la persona con la que se estaban llevando a cabo negocios. Pero en la junta directiva superior nadie sabía nada sobre esto. Por su parte, estaban convencidos de que quienes estaban tras la mencionada Takiland era una serie de empresarios locales.

– Se dan muchas particularidades en esta historia. Una de ellas es que no hayamos podido dar todavía con las personas clave en el caso, entre otros un director llamado Bekhzod Akhmedov. Hay gente en prisión, bajo sospecha de delito, o simplemente desaparecida, afirma Riese.

Lars Nyberg declara en un corto comunicado escrito que lamenta que la compañía llevase a cabo los negocios en Uzbekistán en 2007 sin proveerse de suficientes conocimientos sobre sus co-negociadores. Añade que dimite porque la junta directiva no puede manifestarle su plena confianza en él.

Ayer al mediodía, un nervioso Anders Narvinger mantuvo una conferencia de prensa frente a un gran pelotón de periodistas. Narvinger abandonará su puesto como presidente durante la junta a principios de abril y en este momento está dispuesto a asumir la responsabilidad por los errores que se han cometido.

– Este negocio ha estado teniendo lugar desde 2007. Son muchos los procesos por los que ha pasado, pero no obstante es ingrato que no hayamos seguido nuestras propias reglas éticas, afirma Narvinger.

Usted ha sido presidente de Telia Sonera durante tres años y este caso ha captado mucho la atención durante ese periodo. ¿Ha hecho usted lo que debería?

– Siempre se puede decir que se podrían haber hecho más investigaciones durante mi tiempo aquí. Sólo un par de meses antes de tomar el cargo, se hizo una inversión de 1.800 millones y entonces el objetivo era desarrollar el negocio. Pero es evidente que ahora, a posteriori, se puede razonar si no se deberían haber realizado más inspecciones.

¿Quién está tras Takilant?

– No tengo una opinión distinta a la de Biörn Riese.

Pero él no lo sabe.

– No.

Pero, ¿cómo puede ser que, tras tanto ir y venir, no sepan ustedes quién hay tras esa empresa?

– Es eso lo que es el centro de la crítica y yo la comparto. No se puede hacer negocios con un copartícipe del que no se tiene la certeza sobre qué personas trabajan en él.

Lars Nyberg y Anders Narvinger son los responsables de tantas críticas en la situación actual. Pero hay también otras personas que han tenido papeles decisivos en lo ocurrido, aunque ya no se las nombra tan a menudo. Se trata de Tom von Weymarn, quien fuera presidente antes de Narvinger, Anders Igel, director ejecutivo antes de Nyberg, así como Kim Ignatius, director ejecutivo interino cuando se iniciaron las negociaciones en Uzbekistán. También ellos son responsables del fracaso de Telia Sonera. Pero ayer no hubo focos que iluminasen sus nombres.



 

 

 
 
 
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