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Fredrik Reinfeldt y Anders Borg

El gobierno es un perdedor. Fredrik Reinfeldt y Anders Borg han debido aceptar que su política carece de apoyo. Foto: Urban Andersson

 

19 de septiembre de 2011 | SUECIA

Sin empatía y sin mandato absoluto

Fuente: Aftonbladet/Editorial. Traducción: Magazín Latino

 

15 de septiembre de 2011. Apertura del Parlamento

"B cayó bajo custodia cuando ella tenía nueve años y fue ubicado en una familia de acogida. Al padre adoptivo le gustaba humillar y amenazar a B de diferentes maneras, por ejemplo, la obligó a mostrarse, de una manera humillante, a sus compañeros juerga. En estado de ebriedad, la perseguía con armas de fuego y cuchillos. B ahora ha comprendido, gracias a los registros, que el alcoholismo del padre adoptivo era conocido por los servicios sociales. "


Humillante vuelta en U

Después de dos años de promesas y encender la esperanza, el gobierno, finalmente, se había decidido.

El material en el cual se basa la determinación es sólido. Dos investigaciones llenas de testimonios. Humillaciones, maltrato físico, violaciones. Niños que desde ya no se sentían bien son víctimas de otro abuso, esta vez se parte de la sociedad.

El estudio sugirió compensación económica.

No se hizo.

En cambio, la Democracia Cristiana, que impulsó el tema, trabajó en vano. No consiguió nada, con el Ministro de Hacienda, Anders Borg. El Primer Ministro habló de la "problemas para poner límites" y de "seguridad jurídica".

Para todos los demás era una cuestión de decencia y de humanidad.

El problema era también que Reinfeldt había olvidado que no tenía una mayoría absoluta, en el parlamento.

Resultado: una humillante vuelta en U, donde la Ministra de Salud Pública, Maria Larsson invitó a la oposición a conversaciones.

 

Gobierno sin visión política


Perdedores en esta historia son, ante todo, un grupo de personas que ya han sido pasados a llevar, por el Estado.

Pero también el gobierno de la Alianza. La administración, en este caso, es un fracaso moral y parlamentario. Y en muchos sentidos una ilustración perfecta de los problemas de Fredrik Reinfeldt. Él conduce un gobierno carente de visión política, sin músculo, sin empatía y sin mandato propio. Y sin tener idea de cómo su propuesta recibirá apoyo en el parlamento.

Hoy día se abre el Parlamento sueco. El Primer Ministro dará lectura a su plan de administración. El martes, presentará el presupuesto para el año próximo.

Probablemente el gobierno de Reinfeldt, es el más débil desde el tiempo de lotería (lotteririksdagen) en el Paramento, en 1973, cuando la votación tuvo que decidirse por sorteo. La diferencia con ese entonces es que Palme se dio cuenta de que estaba obligado a hacer compromisos, con sus oponentes.

Reinfeldt no es así. Desde la venta de empresas estatales, las iniciativas parlamentarias sobre el seguro de salud y de la crítica de la Fase 3 hasta propio bebé de Anders Borg: la quinta deducción de impuestos al trabajador, el gobierno se ha visto obligado a aceptar que sus políticas carecen de apoyo.


Necesidad de acción


Fredrik Reinfeldt, es popular, y lidera un partido al cual le va bien. Él no tiene ningún problema de disciplina, entre sus colegas de la Alianza.

Pero de qué sirve, cuando él no tiene idea de a dónde va y de cómo va a gobernar Suecia.
Al mismo tiempo, la economía mundial está en caída libre, y la necesidad de actuar más grande que nunca.

Es el momento de que Reinfeldt adquiera un plan. Es, por así decirlo, parte de su trabajo.

 


 
 
 
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