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Svetlana Alexievich - Kriget har inget kvinnoansikte
La editorial Ersatz publicó rapidamente las obras de Svetlana Aleksijevitj. En la librería Hedengren, en Östermalmstorg, estos ocupan un lugar preferencial. Foto: Marisol Aliaga.
 

17 de octubre de 2015 | NOBEL ESPECIAL |

Nobel Svetlana Aleksijevitj: "Seguiré dando voz a quienes callan"

ESTOCOLMO: El Premio Nobel de Literatura recayó este año en la periodista y escritora bielorrusa Svetlana Aleksijevitj. A pesar de que la maestra de la crónica periodística figuraba entre los favoritos, el anuncio fue igualmente una sorpresa para muchos.

Es que con la Academia nunca se puede estar seguro, generalmente nos asombra.

"Por su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo", destacó la flamante nueva secretaria de la Academia Sueca, Sara Danius, al dar a conocer el nombre de la galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2015.

 

Por: Marisol Aliaga

 

A las 13.00 en punto se abrieron las vetustas puertas blancas de ribetes dorados de la Sala de la Bolsa, en el Museo Nobel, ubicado en pleno corazón de Estocolmo. Como la tradición dicta: el segundo jueves del mes de octubre se anuncia el Premio Nobel de Literatura. Aunque este año se supo solamente unas horas antes de que así sucedería.

Han ocurrido cambios en la Academia, durante este último tiempo, y este año no fue como los anteriores. Al abrirse la puerta - que data del 1700 - por primera vez es una mujer la que hace el importante anuncio.

Sara Danius fue elegida, el año pasado, para suceder a Knut Ahnlund, quien en realidad se había retirado ya en 1996, por estar en desacuerdo con el nombramiento de Elfride Jelinek, en el 2005.

El caso es que "los dieciocho" (de aderton) miembros de la Academia Sueca, que son quienes otorgan cada año el Premio Nobel de Literatura, son elegidos de por vida, y no pueden renunciar ni ser destituidos de sus lugares.

Quien hace el anuncio es el "secretario permanente" - aunque ahora es la "secretaria permanente" - pero en realidad es una quimera que lleve este adjetivo. Peter Englund, predecesor de Sara Danius, ocupó el cargo durante cinco años, mientras que el anterior, Horace Engdahl, lo hizo durante una década entera.

 

Y ciertamente que Sara Danius representa algo moderno, para el hermético círculo de literatos que se reúnen todos los jueves, siguiendo la tradición.

Como una casualidad histórica, Sara Danius pasó a ocupar el lugar número siete, el mismo que, en 1914, ocupara la primera mujer en la Academia Sueca: Selma Lagerlöf.

Pasaron 128 años, desde su fundación en 1786 por el rey Gustav III, para que "los dieciocho" descubrieran que no era una mala idea el incorporar a escritoras, a su tan exclusivo como cerrado círculo de intelectuales. Fue así que Selma Lagerlöf y, más tarde Elin Wägner, fueron incluidas en la Academia Sueca. Que, por lo demás, estaba pensado que fueran veinte, en número, pero que, debido a que sonaba mejor en francés - el idioma en el que se comunicaban los intelectuales de la época - se redujeron a dieciocho.

Pero volviendo al jueves pasado, en la Sala de la Bolsa. El ambiente era expectante cuando finalmente se abrió la puerta blanca y la elegante figura de Sara Danius hizo su entrada en la sala de las trece lámparas de cristal, donde la esperaban más de cuatrocientas personas.

- La Academia se ha reunido hoy día, y ha decidido otorgar el Premio Nobel de Literatura a la escritora bielorrusa Svetlana Aleksijevitj, declaró, muy concentrada, Sara Danius.

Acto seguido leyó la motivación en sueco, en inglés, en francés y en alemán. Los otros Nobeles se han anunciado en cinco idiomas: los cinco idiomas que hablaba el iniciador de todo esto: Alfred Nobel.

 

 

"Por su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo".

 

Seguidamente, en la tradicional entrevista con Nobel Price, la secretaria permanente explicó:

- Svetlana Aleksijevitj es, por supuesto, una escritora extraordinaria. Durante 40 años, ha monitoreado la historia de los soviéticos en la Rusia actual, pero no solamente los individuos y los eventos, sino también una historia de emociones y sufrimientos, un mundo de emociones. Ella recupera este conjunto de hechos, como por ejemplo el desastre de Chernóbil, o la guerra soviética en Afganistán. Estos son, en realidad, prefacios para explorar al individuo soviético post Soviet. Svetlana ha hecho miles de entrevistas con niños, mujeres y hombres, y nos ofrece de esta forma las historias de seres humanos sobre quienes no sabíamos mucho, por lo menos no de esta forma sistematizada. Al mismo tiempo nos brinda una historia de emociones, una historia de almas.

 

Al ser consultada sobre la reacción de la escritora, Sara Danius explicó que Svetlana se mostró muy halagada y sorprendida y había exclamado: "Fantastic", al saber que era la galardonada.

La misma palabra utilizó Sara Danius, respondiendo a la pregunta de cómo se sentía en su rol de nueva secretaria permanente de la Academia: "Fantastic", dijo sonriendo.

Sara Danius destacó el libro "La guerra no tiene cara de mujer", como su favorito y el que recomienda a quienes desean familiarizarse con la obra de Aleksijevitj:

- Es una exploración sobre la segunda guerra mundial. Antes de este libro este era un tema prácticamente desconocido. Relata la historia de cientos de mujeres que estuvieron en el frente, alrededor de un millón de mujeres rusas que participaron en la guerra y este era, hasta ahora, algo históricamente desconocido. Cuando fue publicado en la Unión Soviética tuvo un enorme éxito, y se vendió en más de dos millones de ejemplares. Es un documento conmovedor que al mismo tiempo nos acerca mucho a cada uno de estos individuos. En unos años más, ya todos se habrán ido…

 

"Quería entender qué locura era esa"

 

Svetlana Alexievich nació el 31 de mayo de 1948 en Ivano-Frankivsk, en Ucrania, de padre
bielorruso y madre ucraniana, ambos profesores de enseñanza básica. Ya en la primaria comenzó a escribir prosa y poesía, y entre 1967 y 1972 estudió periodismo en la Universidad de Minsk.

En 1983 viajó a Afganistán y documentó la guerra, y más tarde publicó "Zinky boys" (Los muchachos de zinc) cuyo nombre se debe a que los soldados soviéticos volvían a casa en un ataúd de zinc. Más tarde escribió desgarradoras historias sobre el millón de mujeres que participaron en la guerra, luego de haber entrevistado a más de 800 soldadas.

- Yo crecí en un país donde se hacía la guerra, donde se preparaba para la guerra o se reconstruía después de la guerra. Quería entender qué locura era esa. Todo el discurso sobre la belicosidad, los héroes, el triunfo despertó dentro de mí una protesta enorme… Como si hubiéramos nacido sólo para hacer la guerra. Era como si no existieran otros valores. Obviamente yo quería entender, ha dicho Svetlana respecto al porqué de su deseo de documentar las experiencias de quienes sufrieron, en carne propia, la II guerra mundial.

Durante 40 años entrevistó a miles y miles de personas. Y gracias a su arduo trabajo hemos podido saber acerca de su existencia y su dolor. No todos tienen la capacidad y el aguante de realizar una investigación que se prolongue por cuatro décadas. De esos testimonios destiló un concentrado, un coro de voces pertenecientes a personas comunes y corrientes - que en inglés y en otros idiomas se les llama: "las pequeñas personas". En castellano no calza, aunque las frases de la autora sí lo hacen:

"Yo documento a aquellos pequeños grandes seres humanos. Ellos llevaron a cabo una tarea enorme. Nada les puede arrebatar ese triunfo".

"El sufrimiento transforma a personas sencillas en grandes seres humanos".

 

En la contraportada de su libro "La guerra no tiene rostro de mujer", podemos leer:

"Conducían tanques, eran pilotos, francotiradores, exploradoras - las mujeres que lucharon en el Ejército Rojo, codo a codo con los hombres. Eran también las camilleras que trasladaban a los heridos fuera de la zona de combate. Sin embargo, al término de la guerra, ellas no fueron consideradas como heroínas, a diferencia de los hombres. En cambio, fueron recibidas con desconfianza e incluso a veces con desprecio. Entonces callaron. Hasta que Svetana Alexievich comenzó a buscarlas, en las fábricas y en sus hogares, pare pedirles que contaran su historia. - El varias veces premiado libro se basa en centenares de entrevistas a fondo, y forma parte de su obra de toda una vida "Voces de una utopía", un intento único de describir la experiencia soviética desde la perspectiva de la gente sencilla" [en sueco, "la gente pequeña"].

 

En castellano ha sido solamente traducida su obra "Voces de Chernóbil" que publicara Siglo XXI en 2006 y que fuera reeditada por la editorial Debate, a comienzos del año en curso. No obstante, su casa editora confirmó que el próximo mes, se publicará "La guerra no tiene rostro de mujer". Millones de hispanoparlantes estarán, seguramente, esperando el libro.

 

- Es un gran premio para la escritora, al mismo tiempo que un triunfo para el Premio Nobel en sí, dijo el director de Dalademokraterna, Göran Greider, en el programa Babel, de la televisión estatal sueca, SVT.

Mientras que Svetlana, al ser consultada sobre el enorme éxito de sus obras, declaró, tal vez con demasiada modestia:

- Se dio la casualidad de que me encontré en el lugar y en la fecha apropiada.

 

 

"Sería presuntuoso esperar algo así"

 

Pero los críticos de literatura coinciden al unísono en que el Nobel de este año es un premio tan merecido como inesperado. A pesar de haber figurado los últimos años entre los favoritos, la Academia Sueca rara vez premia a autores tan "jóvenes".

La autora misma ha dicho, al respecto:

- ¿Si yo me esperaba recibir el Nobel? Sería presuntuoso esperar algo de esa magnitud. Sí, sabía que he figurado entre los favoritos, pero aquello no ha ocupado mis pensamientos.

 

Se mostró emocionada de haber sido honrada con el preciado galardón. Aunque también preocupada de estar a altura de sus grandes maestros. "Esto es algo muy serio", dijo, entre contenta y pensativa.

No le agrada el desarrollo que ha tomado la Rusia de Putin, considera que desde que Putin asumió el poder, Rusia comenzó a retroceder

Justamente el hecho de decir lo que piensa la obligó a vivir en el exilio, entre otros países, en Suecia, donde fue una eficaz colaboradora del diario Göteborgs Posten, de Gotemburgo. Donde sus ex colegas la recuerdan con afecto.

Todos quienes la conocen coinciden en que Svetlana es una persona fácil de querer.

Pero para Aleksandr Lukasjenko, el dictador bielorruso, la periodista/escritora es una piedra en el zapato. El Estado determina los libros que se publican, y los de ella han sido censurados. Es de esperar que el Nobel cambie esto. Pero un pequeño cambio se atisba, aunque demoró, al final Lukasjenko le envió sus congratulaciones.

Svetlana Alexievich se lo toma con calma, pero no cede un milímetro:

- Seguiré como siempre, tal vez aún más transparente. Yo vivo en una dictadura donde la mayoría de la gente no puede decir lo que quiere. Arriesgan ir a la cárcel, perder sus trabajos y otras cosas terribles. Yo veo como mi misión el poder decir en voz alta lo que otros no pueden. Es lo que he hecho antes y quiero poder seguir haciendo, expresó en una entrevista con GP.

Y la alegría que su galardón brindó a sus compatriotas la emocionó:

- Vi que aquí la gente se lo tomó en forma personal. Lo vieron como un triunfo, es una responsabilidad grande. Se me cayeron las lágrimas cuando vi que se abrazaban de alegría. Gente que piensa muy diferente en muchas cosas, pero que igualmente lo vio como una reivindicación para sí mismos y para el país.

Hoy en día, cuando la guerra nuevamente azota a Europa. Svetlana Aleksijevitj sigue teniendo la firme convicción de que individualmente las personas no tienen ninguna posibilidad de hacerse escuchar. Pero que cuando se recolectan las voces de miles de personas, sus testimonios logran vencer la barrera del silencio y del olvido.

Y aunque hasta la fecha sus libros no se publican en Bielorrusia, ese coro de voces que cuenta los horrores de nuestra historia reciente puede ser escuchado, a través de sus libros, por millones de lectores en todo el planeta.

Y, quien sabe. Puede que Lukasjenko algún día cambie de opinión.

Por mientras Svetlana, como la trabajadora incansable que es, sólo espera continuar con su labor."Voy a seguir diciendo lo que otros no pueden decir", ha dicho.

Algo de lo que poco se habla - y que la Academia no nombra, en su escueta motivación - es el amor.

- Me han acusado de ser muy pesimista, de pintar todo de negro, hasta de ser necrófila. Pero en realidad todo lo que escribo trata de una cosa: el amor. Tenemos solamente una salida: empezar a amarnos. A comprendernos, con ayuda del amor, ha expresado nuestra más reciente Nobel.

Su próxima novela está basada justamente en eso: el amor.

 


 

Svetlana Alexievich
Svetlana Alexievich. Foto: Margarita Kabakova/Ersatz AB. Svenska Akademien.

 

 

 

Anuncio del Premio Nobel de Literatura 2015 - (en inglés)

 

 

 

 

 

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