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Presidenciales chilenas

La abstención fue la segunda protagonista en las Elecciones Presidenciales en Chile. Hasta avanzadas horas de la mañana, las urnas seguían casi vacías, en muchas localidades. Foto: Sandra Auth.

 

02 de enero de 2014 | COLUMNA |

La abstención en las Presidenciales chilenas

En las elecciones presidenciales del 15 de diciembre en Chile se registraron algunas situaciones particulares. En primer lugar, es la votación con mayor abstención de la historia del país, de un total de 13.573.000 personas, sólo se registraron 5.579.695 votos válidamente emitidos, es decir, un 41,1% de participación final y un 58,9% de abstenciones, nulos o en blanco. Otro factor fue que la Presidenta electa, Michelle Bachelet, de la Nueva Mayoría, que aglutina a la centro-izquierda del país, obtuvo de ese escrutinio 62,16% de las preferencias, a diferencia de su rival Evelyn Matthei, representante del pacto Alianza Por Chile y que congrega a la derecha chilena, la cual obtuvo sólo un 37,83% de apoyo. 

 

Por: René Barraza Pizarro

 

Con esto, la ex directora de la ONU Mujeres obtuvo la victoria más aplastante sobre la derecha y el porcentaje más alto de la historia desde el 56% que obtuvo el Presidente Frei Montalva en las elecciones de 1964, convirtiéndose además, en la primera mujer en ser reelegida.  

Como es habitual, las primeras declaraciones vienen de los grupos de derecha y apuntan a denostar el triunfo con declaraciones como las emitidas por el ex ministro del actual gobierno, Laurence Golborne, quien señaló: “es preocupante que sólo el 25% de los chilenos elija a la presidenta”, esto es, 3.468.000 votos obtenidos por la mandataria electa sobre 13.573.000 de votantes o las emitidas por el mismo mandatario chileno “eso no nos deja contentos, mientras mayor es la participación más sana, más fuerte y más vital es nuestra democracia".

Al realizar ese tipo de opiniones se persigue primero, generar un grado de ilegitimidad a los resultados y a la elección de la nueva presidenta de Chile, declaraciones que por lo demás la derecha chilena no habría emitido si hubiese sido su abanderada quien hubiese resultado ganadora, lo que demuestra claramente ese siniestro sentido de hacer política de algunos representantes de dicho conglomerado. Segundo y más aciago, es que con estas afirmaciones se pretende crear un clima de no representatividad ciudadana ante posibles cambios que el nuevo gobierno propone.

Revisando el primer punto de ilegitimidad, esto claramente no sólo es una aseveración mal intencionada, sino fácil de impugnar porque:

* El 31/01/12 entra en vigencia en Chile la nueva ley sobre inscripción automática y voto voluntario.

* El actual presidente Sebastián Piñera en el 2010 obtuvo, pese a que existía el voto obligatorio, sólo 3.591.000 votos, es decir, aproximadamente 123.000 votos más que la ahora actual presidenta electa lo que representaría sólo un 26% si se considera la misma población de votantes.

Entonces, respondiendo a lo primero ¿Qué es preocupante o qué no les deja contentos?, ¿qué supuesta ilegitimidad se desliza? Si esta abstención o baja participación de los chilenos, claramente es una realidad nacional, donde, con el voto obligatorio, los jóvenes no se inscribían a objeto de no tener la obligatoriedad de ir a votar y que ahora con la inscripción automática, al cumplir los 18 años, simplemente se abstienen de hacerlo.

¿Por qué no ser más apegados a la realidad de las cifras y señalar que claramente en la población chilena existe un descontento y apatía hacia las clases políticas, lo cual se ha ido incrementando paulatinamente? O mejor, ¿por qué no preguntarse a qué se debe esta baja participación ciudadana?, ¿existe descontento?, ¿qué espera la población?, ¿tiene demandas? , ¿Cuáles son? Pareciera que es preferible, por parte de algunos políticos chilenos conservadores y también los supuestos progresistas, el seguir haciéndose los desentendidos o desvirtuar la realidad para tratar, al igual que los mejores prestidigitadores, de cambiar la atención y generar el engaño.

Respecto del segundo punto, el de pretender señalar la no representatividad para llevar a cabo los cambios radicales que propone el nuevo gobierno, ¿por qué este duro bloque de la derecha, tan llano a defender la institucionalidad de la pseudo democracia no internaliza las preguntas anteriores y es capaz de contemporizar el clamor popular o por lo menos de abrir el diálogo a temas país, que no son el berrinche de unos pocos, sino producto de un escenario político inscrito en tres puntos principales:

* El debate de ideas de la sociedad chilena, principalmente planteado en las demandas estudiantiles y ciudadanas.
* La transparencia y probidad de los gobernantes.
* Las falsas promesas y expectativas no cumplidas.

Entre estas ideas, es inverosímil que a casi 24 años del retorno a la democracia, nuestro país, con un gran historial cívico y democrático, cargue como herencia una constitución creada bajo el régimen dictatorial, y cuya aprobación obedece al plebiscito de terror que impuso la dictadura militar en 1980. Es incomprensible, que hoy, cuando ya existe un consenso nacional respecto del nefasto periodo dictatorial que nos tocó vivir y que la misma derecha política se ha desmarcado de la dictadura militar y reconoce los errores cometidos en materia de atropellos a los derechos humanos, que algunos sectores conservadores planteen no eliminar la Constitución de la dictadura, sobre todo cuando una de la virtudes de la clase política chilena es su gran capacidad y riqueza cultural en el derecho. No sólo deben eliminar una Constitución antidemocrática, sino también deben ser capaces de entregar a su país la Carta Fundamental que el país y el nuevo siglo demanda.

Otro tema ciudadano es generar los cambios tributarios necesarios que permitan disminuir las brechas sociales que dividen y segmentan al país; transformar a la sociedad chilena en una nación más justa, con menor desequilibrio y, principalmente, que permita entregar educación gratuita y de buen nivel a sus jóvenes, mejores pensiones, mejor salud y calidad de vida.

Respecto de la transparencia y probidad de los gobernantes, uno de los principales factores que llevó a la Concertación (hoy Nueva Mayoría) a perder como grupo gobernante fueron sin duda los distintos casos de corrupción en los que se vieron involucrados en forma transversal los políticos de dicha colectividad, entre los que se puede citar: caso de Ferrocarriles del Estado (pérdida de $38 millones de pesos; extravío de facturas; contratos pagados y no efectuados; remuneraciones irregulares); caso Chiledeportes (irregularidades en proyectos de deportes por $417 millones de pesos); caso Indemnizaciones millonarias a Altos Ejecutivos por cese de funciones Empresas Estatales, en los cuales se habrían desempeñado por un corto periodo (Correos de Chile, Enap, Codelco, Enami, Ferrocarriles del Estado, Enap); caso Coimas (obtener permisos de forma irregular para abrir Plantas de Revisión Vehicular); Corfo-Inverlink (coima de $150 millones de pesos para sustraer y comercializar en el mercado 159 documentos a plazo de la Corfo a través de Fondos Mutuos del holding Inverlink); caso Mop Gate (licitaciones del Mop para financiar campañas políticas por $1.253 millones de pesos); caso Banco Central-Inverlink (venta de información privilegiada; cohecho y violación de secreto); y otros más y sin olvidar el millonario error y lamentable hecho de negligencia administrativo del Ministerio de viviendas como fue el caso COPEVA o las casas de plástico (En que el estado perdió cerca de $20 mil millones de pesos).

Y hoy, en estas recientes elecciones, uno de los factores que llevan a perder al gobierno de derecha fue principalmente la arrogancia: ofrecieron el cambio, que no llegó; es más, también se suscitaron una serie de situaciones de corrupción, conflictos de intereses y libre mercadismo sin control, entre los que se pueden señalar: perdonazo a Johnson´s (empresa de retail a la cual el Servicio de Impuestos Internos benefició en más de $110 millones de pesos); sobreprecios en licitaciones para equipos antidrogas; Minvu-Gate (pago de $17 millones de pesos por el Ministerio de vivienda y Urbanismo a una constructora); Chiledeportes (licitaciones irregulares $500 millones de pesos, con relación de amistad entre la empresa que licita y la comisión evaluadora); caso Cencosud (empresa de retail que importó mercadería como ayuda humanitaria para las víctimas del terremoto de 2010, pero que se vendieron a la ONEMI, organismo estatal, sin pagar impuestos); Plan Banderas Bicentenario (compra de 14 banderas gigantes por una suma superior a los $10 millones de dólares); Easy, Construmart y Sodimac (empresas de retail que estuvieron a cargo del Ministerio del Interior en la reconstrucción tras el terremoto del 2010, quienes modificaron los precios respecto de las cotizaciones); y otras fallas como fue la arrogancia de creerse los mejores, “en 20 días hemos hecho más que la Concertación en 20 años” o “será el mejor Censo de la historia, realizado el 2012” y que resultó ser el peor, con resultados erróneos y un enorme gasto fiscal.

Y por último y no menor, la clase política chilena debe mostrar trasparencia. A todos aquellos políticos implicados en caso de corrupción, además, de que interactúen y funcionen los organismos de fiscalización y legales, es necesario que los conglomerados políticos cumplan con separarlos de sus filas y no aparezcan después cumpliendo funciones gubernamentales o llenando el cuoteo político. Eso sin duda, le ha hecho mucho daño a la política y a la credibilidad.

Como corolario se puede señalar que dado que nadie puede precisar la opinión política de los que se abstienen de participar en las votaciones democráticas de un país, es fundamental señalar a quienes no votaron, que su voto es importante para definir la dirección del país.
Y a la clase política, decirles que terminen con la arrogancia, que dejen de lado sus intereses personales y trabajen por el país, que las dos grandes coaliciones: Alianza y Nueva Mayoría, sean capaces de lograr el sincretismo cultural y político que permita fortalecer a nuestro país.

Hoy es tiempo de generar la Nueva Constitución para el país que pueda ser el motor de una nación que sueña y tiene la voluntad de dejar las bases y el cimiento del Nuevo Chile que todos queremos; que busquen el consenso en las políticas que permitan reducir las diferencias sociales en aspectos como educación, salud, vivienda y fondos de pensiones y sin duda no sólo marcarán un hito en la historia política y social de nuestro país sino que fortalecerán la democracia, repondrán la fe en la clase política chilena, motivarán el orgullo nacional del país y su gente y es muy probable que sea SÓLO ese, el mecanismo que permita re-encantar a la ciudadanía y que logre que vuelvan a caminar libremente hacia el sufragio ese 59% del país que hoy, se abstiene.


 

 

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