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La viuda

Foto: Lars Klingsbo.

 

25 de enero de 2013 |COLUMNAS |

Me quedé sin palabras. No acertaba a decir cosa alguna en ninguno de los idiomas que hablo…

Por: Lars Klingsbo.28-12-12. Traducción: Julián Díez Fernández

Me quedé sin palabras. No acertaba a decir cosa alguna en ninguno de los idiomas que hablo cuando de la multitud salió la viuda ciega para dar las gracias por la comida.

- Gracias por ayudarnos desde Suecia contra la sequía. Sabemos que en vuestro país tampoco lo tenéis fácil pero aún así, ¡hacéis esto por nosotros…!

¿Qué podía decir yo? ¿Que ofrecer unas cuantas bolsas de harina a los más afectados en una zona aquejada por la sequía era un sacrificio para el pueblo sueco?

No. Yo quería decirle a aquella mujer que poder comer hasta quedar satisfecha era su derecho, que no era una cuestión de beneficencia o de una bondad excepcional en el pueblo sueco, sino de decencia humanitaria el que ella, que no tiene nada, pueda sobrevivir un día más.

Pero no daba con las palabras convenientes, así que le solté unas palabras vacías que espero que el intérprete completase con contenido.

Más tarde, en la reunión con el jefe de la aldea, recibimos con incomodidad un agradecimiento más. Él era joven, supongo que contaba con poco más de 20 años, y estuvo contando episodios de su vida. De niño era débil y enfermizo. Al no poder aportar o hacer algo útil, su padre pensó que podía ir al colegio, algo que cambió la vida sin sentido del chaval; ganó una mejor posición al volver a casa, sabía contar, escribir y comunicarse con el mundo exterior. Se convirtió en el portavoz de la aldea, la iglesia le escuchó y empezó a prestar ayuda.

Se construyeron letrinas y se tomaron distintas iniciativas para elevar la calidad de vida. Ahora, el joven quería también dirigir su gratitud a Suecia.

- Gracias por hablarnos del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana).
- ¿Os ha supuesto alguna diferencia de tipo práctico?
- Sí. Ahora los enfermos pueden seguir viviendo entre nosotros y ya no tenemos miedo de ellos.
- ¿Cómo hacíais antes?
- ¡Los llevábamos a las hienas!

La situación era algo surrealista: yo no sabía si había oído bien. ¿Estaba diciendo que literalmente llevaban los enfermos hasta terrenos indómitos para dejarlos morir allí? Pregunté a mis anfitriones, que me confirmaron que lo que había dicho era cierto.

Puede ser fácil caer en la autocomplacencia y pensar que en Suecia sabemos más. Sabemos exactamente cómo ha de ser todo y podríamos enseñarles cualquier cosa sobre cómo ser un humano civilizado.

No se puede matar a los enfermos, ¿verdad?

¿Pero cómo podemos pensar así? ¿Cómo podemos permitirnos opinar sobre las formas que tienen otros pueblos de valorar la vida o de matar personas? ¿Cómo podemos hacer eso mientras Suecia es una potencia a nivel internacional de la industria armamentista y quiere ser la mejor de la clase en la técnica del noble arte de matar?

 

 

El texto original viene del blog de Lars Klingsbo, el cual lleva por nombre:

Naveln är universums mitt

El ombligo es el centro del Universo

 

 

 
 
 
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