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Sor Juana Inés de la Cruz
Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz (Miguel Cabrera). Foto: Wikipedia.org
 

31 de marzo 2015 | COLUMNA |

Cuánto hemos avanzado

La poetisa, escritora y dramaturga mexicana, Sor Juana Inés de la Cruz, quien vivió entre 1651 y 1695, describió el doble estándar e hipocresía de los hombres de su época, sobre todo en el poema "Hombres necios que acusáis".

 

Por: Sara Olave

 

Estamos viviendo el año 2015. 320 años han pasado desde su fallecimiento y lamentablemente no son muchos los cambios en la forma de pensar de los varones.

Muchos de nuestros contemporáneos siguen utilizando dobles estándares, siguen intentando ejercer su supremacía sobre nosotras las mujeres. Con la diferencia que ahora lo hacen quizás un poco más disimulado. Por ejemplo, en Facebook, cada vez que hay una discusión amistosa sobre diferentes temas y sobre todo cuando no están de acuerdo con alguna opinión expresada por una fémina, nunca falta el varón que simplemente sin ni siquiera brindar razones, descarta las opiniones de las mujeres, tildándolas de equivocadas, y sin más ton ni son, dan las discusiones por terminadas.

¿Qué nos dice eso? ¿Qué están discutiendo con nosotras de igual a igual? No lo creo, porque esos modales solo muestran falta de respeto y arrogancia masculina. Cuando leo esto me parece escuchar a lo lejos: "Hasta Nueva Orden".

Nosotras por nuestra parte, nos hemos acostumbrado a soportar estos modales, y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta del mensaje subyacente. Es hora de reclamar nuestro legítimo lugar y exigir el respeto que nos merecemos como seres humanos.

Es hora de analizar y reconocer los métodos y herramientas que utilizan en contra nuestra. Probablemente nuestros queridos varones no están conscientes de su uso. 

El micromachismo, término acuñado por el psicoterapeuta Luis Bonino Méndez para dar nombre a lo que en otras especialidades llaman las pequeñas tiranías, terrorismo íntimo o violencia blanda, da justo en el clavo, pues de eso se trata, de imponer y mantener el dominio sobre la mujer, reafirmarlo si esta se rebela, aprovecharse de esos poderes.

Junto con leer el poema de Sor Juana Inés, les invito a leer a Luis Bonino Méndez. Si lo buscan en Internet encentrarán muchas de publicaciones de su autoría, como éste, por ejemplo, titulado "Hombres y violencia de género".



Katerina Choul

Hombres necios que acusáis

Sor Juana Inés de la Cruz



Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual 
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego con gravedad 
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco 
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia. 

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga 
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo 
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

 



 

 

 

 

 

 


 
 
 
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