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Trenes

Una de las tantas imágenes de pasajeros que esperan trenes que están parados. Foto: Svd.se.

 

10 de junio de 2014 | COLUMNA |

Algo está podrido en el Estado de Suecia

Nuestro sistema se agrieta y se oxida hasta desvanecerse.

Los cables conductores de las vías férreas son solo un ejemplo.

La columnista Eva Franchell, de Aftonbladet, hace un análisis tan certero como desalentador de la situación de cierta infraestructura en Suecia.

 

Fuente: Aftonbladet. 09-06-2014. Autor: Eva Franchell. Traducción: Magazín Latino

 

Desde hace un día que los trenes entre Estocolmo y Uppsala están detenidos. Decenas de miles de pasajeros intentan nuevamente encontrar algún bus que los lleve al trabajo. Otros toman el auto, lo que hace que las vías de entrada estén congestionadas.

En el mejor de los casos mañana funciona el tráfico en Uppsala.

El jueves hubo paro de trenes entre Estocolmo y Gotemburgo. Un cable conductor roto en Herrljunga obligó a los pasajeros a coger el desvio a través de Trollhättan. No era el primer paro en la línea. Los pasajeros se dan por vencidos. Están cansados de atrasos y descartan el tren, según muestra una encuesta Sifo publicada en Svenska Dagbladet.

Ni siquiera la Administración del Transporte (Trafikverket) puede calcular lo que costará el mantenimiento. Hay algo podrido con los ferrocarriles suecos.

El correo se atrasa (como si alguna vez hubiera llegado a tiempo). La industria se afecta cuando las mercancías se quedan estacionadas en algún lugar de la vía férrea. En SSAB se calcula que los atrasos en los servicios de trenes le cuestan a la empresa 120 millones de coronas al año.

En el programa radial "Buenos días Mundo", el Profesor Carl-Johan Engström, de KTH, constata que el mantenimiento del sistema parece ser un asunto de baja prioridad. Él compara el ferrocarril con nuestro sistema de aguas residuales, o sea el agua y alcantarillado que corre por nuestras calles.

Es un paralelo aterrador. Que el alcantarillado fuese tan mal cuidado como la línea férrea principal entre Estocolmo y Gotemburgo.

-El sistema de alcantarillado no es tan evidente, dice Carl-Johan Engström. No se ve como algo tan urgente. Pero ya hemos visto las primeras señales de agua mala en conexión con enfermedades.

Tanto Östersund como Skellefteå han sido afectados por parásitos intestinales en las cañerías de agua. Miles de personas se contagiaron y muchos tuvieron que ir al hospital. Pero ¿hemos escuchado alguna vez a un político nacional hablar de hacer una revisión del sistema de agua y alcantarillado del país?

Ocurrirá como con los ferrocarriles. Las voces se alzan cuando el colapso es inminente. Cuando más personas se enfermen.

Vivimos en la era de la política trimestral. Cuando los rápidos tweets deciden la agenda política no hay casi nadie que pelee por inversiones a largo plazo en el mantenimiento de la infraestructura.

Sin embargo, es justamente por eso que tenemos la política. Para que forme la sociedad sostenible.

En realidad es bastante irrelevante quien echó abajo más cables conductores - si los socialdemócratas o la Alianza. Lo importante es quien reconstruirá nuevamente el sistema. Y quien se atreve a invertir en nuevos y sostenibles proyectos a largo plazo.

 

 

 

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