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05 de mayo de 2014 | COLUMNA |

Violencia sin defensa

Åsa Linderborg: La lucha antifascista no se debe dar ni en un charco de sangre ni en el banquillo de los acusados.

 

Fuente: Aftonbladet 28-04-2014 Åsa Linderborg. Traducción: Magazín Latino

 

Si los antirracistas en Kärrtorp no se hubieran defendido el 15 de diciembre del año pasado, y si algunos no se hubieran puesto al frente y recibido golpes para proteger a los otros, ese día habría terminado en una catástrofe. En cambio, los nazistas fueron ahuyentados y las familias con niños pudieron irse a casa sanos y salvos.

A la semana siguiente se reunieron veinte mil personas para demostrar su repudio contra los fascistas que ciertamente se habían desprestigiado, pero también para mostrar que hablaban en serio. Los barrios del sur a lo largo de la línea número 17 del metro quedaron para siempre escritos en la consciencia antifascista de los suecos. Desgraciadamente la historia no termina aquí.

Mañana martes (29 de abril) sentenciarán a Joel Bjurströmer Almgren. Él fue uno de los que formaron un muro protector en Kärrtorp e hicieron lo que la policía no logró - parar un ataque mortal. Pero luego hizo algo más: sacó un cuchillo. Un nazista de Svenska Motståndsrörelse (Movimiento de Resistencia Sueco) fue acuchillado en la espalda y estuvo a punto de morir,

El fiscal pide siete años por intento de asesinato, alternativa intento de homicidio. Joel dice que actuó en legítima defensa propia. No me sorprendería si el tribunal ve la cosa de la misma forma. Nada indica que Kärrtorp 2014 fue como Göteborg 2001, cuando manifestantes fueron condenados ad hoc a sentencias draconianas sin pruebas. En el juicio contra los miembros del Svenska Motståndsrörelsen el fiscal fue sorprendentemente ecuánime cuando subrayó que los nazistas atacaron a una pacífica manifestación con permiso para manifestar y que los residentes de Kärrtorp primero actuaron en defensa propia. Fue cuando Joel Bjurströmer Almgren sacó el cuchillo que las cosas se complicaron.

"Antifascismo es autodefensa", dice el grupo de apoyo a Joel Bjurströmer Almgren. Es una máxima completamente loca.

Joel es una de las personas más amenazadas, pero no es ninguna justificación para que saque un cuchillo en una manifestación.

Paralelamente con las consecuencias legales de Kärrtorp, se han realizado juicios contra miembros del Frente Revolucionario. Es una organización que ha buscado a extremistas de derecha en sus casas, clavado hachas en las puertas y quebrado vidrios de las ventanas- los mismos métodos que los mismos extremistas de derecha han utilizado contra la izquierda durante años.

No, el antifascismo no siempre es autodefensa. Está en contra de toda la visión social de la izquierda de ir en contra de personas individuales en vez de organizar a la gente contra todas las estructuras sociales.

Una vez se equivocaron de casa. También se han equivocado de persona. En una ocasión maltrataron a un joven moderado. En otra ocasión fue "un turco de mierda" , un guardia en el metro el que saboreó sus puños. Cuando el Frente Revolucionario amplió su organización con hooligans que quieren pelear a cualquier precio, cualquiera puede tener problemas.

Los extremistas suecos de ultraderecha han dado muerte a 23 personas en 25 años, en la mayoría de los casos planificados a sangre fría. Más allá de las estadísticas hay maltratos sin provocación a inmigrantes y otras personas que odian, delitos violentos que la policía a menudo ha ignorado, incluso cuando ha habido testigos y otras pruebas.

La violencia izquierdista en escasos casos afecta a terceras personas, hasta lo dijo el representante de la SÄPO en el juicio contra Joel Bjurströmer Almgren.

En la izquierda, tenemos la tendencia a consolarnos o defendernos porque no hemos matado nunca a nadie. Pero estuvo muy cerca en Kärrtorp. El cuchillo entró tres centímetros en la espalda, dos veces.

Si el nazi hubiese muerto, el estadio nunca se habría llenado el fin de semana siguiente. Entonces los residentes del suburbio habrían sido dejados a su suerte y el movimiento popular antirracista habría sido marginalizado. Los burgueses habrían triunfantemente vociferado los falsos planteamientos que los fascistas y antifascistas son de la misma calaña: Dejen que se maten entre ellos mientras el resto de nosotros nos ocupamos de la política.

Este tipo de violencia fomenta al principio que la violencia es siempre condenable. Es un planteamiento profundamente no histórico.

La mayoría de los avances en lo que se refiere a influencia popular y derechos civiles han llamado a la violencia: la Revolución Francesa, que hizo revivir el pensamiento en la democracia fue una violenta historia. La Revolución norteamericana, que fue un hito para los derechos civiles y humanos, estuvo llena de sangrientos enfrentamientos. Toda la descolonización, incluso la india, exigió violencia.

El movimiento por los derechos civiles de toda la población en EE.UU. no habría llevado a ningún lado si no hubiese sido por sus disturbios públicos. Sudáfrica todavía sería un Estado apartheid si la ANC no hubiese encontrado una dialéctica entre la resistencia pacífica y una violenta.

El nazismo en la década de los ochenta fue derrotado justamente porque los antifascistas fueron a la lucha.

En Växjö comenzó con la policía que concede al Nordiska Rikspartiet (Partido Nacional Nórdico) permiso para manifestar en la misma plaza que el Partido de Izquierda (Entonces VPK). Los residentes de Växjö se indignaron y les tiraron huevos y tomates a los nazis, quienes se vieron obligados a salir corriendo de ahí. En la huida hubo un nazista que recibió un carterazo de parte de una señora mayor, momento que quedó inmortalizado y simboliza ahora el profundo arraigo popular del antifascismo sueco.

Pero hay una diferencia entre una cartera y un cuchillo.

Hoy día el Partido de Izquierda, que tanto teme al movimiento extraparlamentario que arriesga perder a una generación completa de jóvenes, nunca participaría en una carnavalesca tirada de huevos.

La violencia no siempre es mala. Esto no quiere decir que la violencia siempre es buena, solo porque quien la ejerce tiene una posición de izquierda.

La Fracción del Ejército Rojo tomó las armas en una situación cuando los ciudadanos de Alemania occidental exigían enérgicamente una desnazificación, desmilitarización y justicia social.
El movimiento sindical era tan radical y poderoso, que decía ver la democracia económica en un cercano futuro. Todo eso lo destruyó la liga Baader-Meinhof. Fue un error histórico inexcusable.

Si se puede ganar la democracia por la fuerza también se puede defender la democracia con la fuerza, esa es la conclusión que de todas formas debemos sacar de la historia. Pero Suecia 2014 no es España 1936.

La situación ha recrudecido, pero no estamos en un escenario donde necesitamos una guardia civil antifascista. Tampoco ganamos nada en aparentar que el peligro no es inminente. Por lo contrario la izquierda tiene todas las de perder si la violencia aumenta. Tal desarrollo le hace el juego al extremismo de derecha ya que estos mismos la practican tan fuertemente.

EL Frente Revolucionario es un producto particular, que dice ser no ser parte de la izquierda, pero de todas maneras se ven como los verdaderos soldados de la izquierda. Son ellos los que dan la pelea por los que no pueden o se atreven o son demasiado pequeños burgueses para entender que la lucha ahora exige poder muscular masculino. Son los mártires.

Independientemente de lo que el Frente Revolucionario se llame, no actúan en un vacío independiente. Todo lo que hacen afecta a todos los otros antifascistas.

Cuando se destroza el cuerpo de alguien o su casa se dice donde se llevará a cabo la lucha antifascista: en la oscuridad de una dirección privada, en un charco de sangre, en un tribunal.
Es una priorización extraña. Desde el punto de vista de clase, es francamente locura.

La estrategia de violencia en una situación así nunca ganará el apoyo popular. O se está con la izquierda y se adapta al nivel imperante sobre la visión de la violencia o se tropieza dando vueltas en su propio desierto -atacando a la gente solo porque reciben sus ingresos de la Dirección Nacional de Inmigración. Entonces se ha elegido y no se puede esperar el apoyo ni de los ciudadanos ni de la izquierda.

El antifascismo nunca podrá movilizar las masas desde el banquillo de los acusados en un tribunal.

Se debe dar la pelea por el antifascismo donde la gente trabaja, vive y estudia. En las estaciones de bomberos, hospitales y donde el personal dice no, no abrimos nuestras puertas a extremistas de derecha ni siquiera si han sido elegidos. En las escuelas donde los alumnos gritan ¡Fuera! En un centro comunitario en la región de Silja.

En gradas de los estadios de fútbol donde los hinchas agitan sus banderolas en apoyo a un antifascista que lucha por su vida en el hospital de Malmö.

Es allí donde hay que dar la pelea.

En Jönköping el Partido de los Suecos obtuvo permiso para manifestarse el 1 de mayo. Así trabaja la policía sueca. No hay ninguna razón para dejarlos difundir su mensaje nazi en paz, pero hay una diferencia entre armarse con cuerdas vocales y armarse con cuchillos.

 

 

 


 
 
 
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