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Todo hombre tiene su precio. Foto: news.kievukraine.info.
 

20 de marzo de 2013 | COLUMNA |

"Todo hombre tiene su precio"

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Revoltijo sociológico con énfasis en la fragmentación del YO, y la corrupción.

"Todo hombre tiene su precio", frase atribuida a Napoleón Bonaparte.

Tendríamos que agregar que las mujeres también tienen su precio, dicho así, entramos a buscar el equilibrio y la igualdad, pero ¿habrá gente que no tiene precio? ¿Seres que se han trazado una meta, una pauta de conducta que les haga distinto a los demás, a las debilidades y necesidades, que en el "mercado" de valores cambiamos algo nuestro por algo? Forzosamente tenemos que aclarar que estamos hablando de valores, y estos serían la honestidad y rectitud como ejemplo, entre otros actitudes bien consideradas socialmente y necesarias como ejemplo de imitación y formación. Actitudes sociales que permiten la coexistencia pacífica entre personas muy diferentes pero con las mismas necesidades a cubrir por la organización social de la que forman parte. Y esa conducta que propicia que la sociedad funcione tiene un alto valor por permitir la cohesión, el derecho y el respeto a la persona, a la vida y a los bienes, tanto naturales como adquiridos que es precisamente uno de los componentes de cualquier organización social sea tribal como desarrollada.

Dicho así, sencillamente, damos por hecho que, la moral - de mor - es importante para las personas, y no debemos verla como un complemento obsoleto o relacionado solamente con la conducta sexual y sus derivados, sino como una pauta cultural, que puede estar escrita o no, que puede estar ligada al sentido común o a una norma que hay que respetar.

Y estos altos valores conductuales, admirados y deseados por todos en el tránsito de la evolución y desarrollo de nuestras culturas, por diversas que sean, reflejan el grado de cada sociedad y del bienestar logrado o recibido por practicar las normas que representan a todos, y con el tiempo, naturalmente van cambiando, adaptándose o desapareciendo, sin embargo, en lo medular, en lo esencial, aquello que castiga es el crimen, la violencia, el despojo y el abuso, son pautas o mores que no cambian drásticamente, porque en todos los pueblos hay reglas, protocolos, ritos, creencias que representan el interés general. Bien sabemos que los líderes han de ser representantes y depositarios precisamente de las normas básicas que son la base de coherencia y existencia vital, tanto en tribus como en sociedades desarrolladas como bien vimos.

Todo esto, si aceptamos la teoría de la evolución humana a partir de una especie especial de primate o mono. Desde el principio ha habido también una ley natural, este concepto fue ampliamente tratado por Santo Tomás de Aquino. Se llama "Ley Natural" a una forma de normas que son estándares universales que "están ahí" que se imponen por sentido común a toda la especie humana desde los tiempos más remotos para producir la socialización pacífica normalizando con pautas de conductas la relación de las personas. Existen inmensos tratados sobre este tema por la filosofía que lo abarca todo, como la fe y el derecho, trabajos doctos algunos de difícil captación en una y otra dirección que causa vértigo intentar citarlos como referencias, pero simplificando, éstas normas representan el sentido común que permite la convivencia pacífica de las personas, por diferentes que sean como individuos. También se habla del derecho natural, de origen divino (que estaría entre nosotros por alguna instancia superior a nuestro entendimiento).

Entonces la ley proveniente de la Ley Natural o Divina es la que nos da el sostén que nos permite vivir, existir o sobrevivir en cualquier tipo de sociedad humana de manera organizada y de esto estamos conscientes, por encima de cualquier otra especie de mamíferos o animales, gracias a la capacidad cerebral humana; aunque es bueno indicar que los animales en este sentido, se rigen por la naturaleza (que solemos llamar instinto) que actúa con códigos cerrados, algo parecido a "pautas de conductas grabadas" a diferencia nuestra que la misma naturaleza nos da códigos de conducta abiertos, que debemos aprender por sí mismo desde el principio, y he ahí el origen obligatorio de la educación como sistema que tenemos para aprender todo, desde caminar a actuar. Pero "sabemos, intuimos" que hay "algo" normas y cuando nos las enseñan las acatamos, y sabemos que hay premios y castigos con respecto a ellas.

Nuestra naturaleza "nos predispone" a aceptar códigos y pautas de conductas estándares y así nos formamos desde la más tierna edad y quienes no asimilen estas pautas culturales estandarizadas quedarán al margen de las leyes, serán transgresores o criminales, en el lado negativo y en el lado positivo impulsores y renovadores.

Brevemente, la ley se basa en un conjunto de reglas que han de ser seguidas por los ciudadanos, quienes se adhieren a observarlas y están sujetos a sanciones de acuerdo a los hechos y a consecuencias legales. La teoría de la Ley Natural nos habla de la moral y la ética que se basa en el sentido común de lo que es "correcto para todos". Y lo que es "correcto" por sí mismo, "el deber ser" básicamente no cambia, pero puede perfeccionarse y es lo que históricamente sabemos que muchas normas éticas y morales del pasado que marcaban jurisprudencia hoy nos parecen muy duras, pero en su momento fueron eficaces en el ordenamiento social y moral.

Pues bien todos, quien más quien menos, tenemos cierta debilidad o debilidades de carácter, ambiciones y deseos de poder, que nos pueden hacer vulnerables a cualquier oferta que se nos presente dependiendo del momento, circunstancia o necesidad, y no necesariamente se ha de tener alguna patología cerebral o un trastorno de la personalidad severa, en caso de que fuera así cae entonces en el campo de la psicología, la siquiatría, neurociencias de la conducta, etc. Es a través de la competencia de la sociología que se puede explicar lo que se conoce como "conducta desviada", ¿desviada de qué?, precisamente de las normas o pautas generales de sentido común y de la Ley Natural, lo que nos haría transgresores o criminales. Y hay diferencias entre un delito y otro. Un asesino, un estafador o atracador, un criminal de guerra es mucho mejor mirado que un violador o pedófilo. La criminalidad común es más tolerada que los delitos morales.

¿Se nace transgresor? Es una buena pregunta, pero como vimos someramente, no, aunque todo se aprende, pero de acuerdo a esas debilidades que nos hacen susceptibles a la rebeldía ante las normas de conductas sociales al poder y al sistema, no se ha aislado un gen específico que represente ese estado, pero un cromosoma X de más apuntaría la tesis de quienes lo tienen son más agresivos, pero como no estamos hablando de la agresividad en este caso criminal, sino de gente o personas, que sin ser agresivos son transgresores de las leyes y normas sociales. La psicología dice que eso es por la fragmentación del YO, lo que sería aceptar que tenemos muchas personalidades distintas; y estas pueden aflorar cuando se tienen algunas psicopatías; psicopatologías, neurosis, etc. Es común ver de pronto que una persona intachable cometa actos contrarios a las buenas costumbres y moral; es decir que haga un robo, cometa un asesinato, o realice actos en contra de la moral. Los segundos los delitos morales son los menos aceptados socialmente, y los más irritables hoy son la pedofilia y la violación, en estos tiempos se educa para que los malos tratos y criminalidad contra las mujeres se introduzcan entre los delitos morales más repudiables, y así se van agregando a esta categoría nuevos delitos en la medida que salen a la luz pública y la opinión pública se sensibiliza y empatiza con estos hechos.

La naturaleza nos da la posibilidad a los humanos a elegir constantemente en cómo ser y eso es posible a que nosotros mismos, al despertar cada mañana, recordemos quienes somos, comenzando por el nombre, el entorno, los diplomas si los hay, las fotografías, las personas que nos acompañan, el trabajo, los compromisos, responsabilidades, éxitos o fracasos, etc. entonces ahí, en cosas de segundos sabemos quiénes somos y nos amoldamos, de acuerdo a nuestra auto estima y auto concepto (como creemos que los demás nos ven). Pero, puede ser que de acuerdo a circunstancias que escapan a nuestro control, para salvar una situación penosa, drástica, nos sintamos impelidos a hacer algo fuera de nuestra forma de ser: un robo, un asalto, una muerte, o algo inmoral, como prostituirse por necesidad, o dejar los escrúpulos y corromperse, pero aquí hay un factor que obliga, no hay alternativa, y eso es lo que la ley entra a considerar cuando las personas son apresadas. Estaríamos considerando entonces los factores de riesgo. Aquí la sociología nos advierte que, "ambientes iguales generan ambientes iguales". La fragmentación social permitiría en su estratificación desigual muchas formas de actitudes contrarias a las normas estandarizadas.

Sin embargo, también en ambientes estáticos, es decir en grupos o sociedades con un nivel alto de vida por ingresos, podemos darnos cuentas que personas emblemáticas viven de la descomposición o fragmentación social en sociedades dinámicas pobres, es decir de las necesidades de estos amplios sectores, en este caso trabajadores. Esta gente de alto niveles de vida e ingresos se ofrecen como alternativa para cambiar las precarias existencias que llevan a través de la política.

No quiero estigmatizar que personas bien preparadas carezcan o no tengan la suficiente sensibilidad y espíritu altruista como para meterse a la política solo por intereses de su sector, clase y privilegios, pero como hemos visto someramente, la fragmentación del Yo, según la psicología y la fragmentación social que sería algo así como la debilidad del alma humana, lleva a los políticos, como a los generales, empresarios, sacerdotes, a salirse de los estándares de normas sociales, éticas, morales y legales.

Simplificando un poco, hoy está de moda la "corrupción" tanto que es un espectáculo mediático y se destapan y conocen casos que erizan los cabellos, en todos los ámbitos sociales: líderes espirituales y políticos, empresariales, educacionales y deportivos, no escapa nadie de la onda de corrupción que hay en el mundo, una ola, en donde todos somos potenciales candidatos a corruptos, dependiendo de las circunstancias, unos más que otros y es cosa de hacer ensayos clínicos para ver cuál es el precio de cada ser humano ¿es así o no? ¿Es eso lo que dijo Napoleón? En cada uno de nosotros hay alguien que puede ser corrompido, todo depende ¿es nuestra naturaleza así? Uno mismo se pone el precio, es decir la corrupción en oro de acuerdo al peso de cada cual.

Yo no creo eso, todos podemos ser buenos y malos, es una opción de libre albedrío para medir nuestras fuerzas. Las leyes sociales, en principio básicas y elementales, luego perfeccionadas garantizan la coexistencia, punto uno, y son representativas en sentido común y están ahí sujetas a derecho para ser obedecidas y respetadas. Es lo mismo con las leyes del tránsito hay que respetarlas para así evitar el caos, los accidentes, las muertes y heridos.

No podemos desconocer que hay en nuestra naturaleza, lo que llamamos libre albedrío, que nos otorga la libertad y el derecho para hacer lo que creamos bueno para nosotros, y si no tenemos experiencia, el probar por probar nos puede meter en problemas o darnos un resultado que queramos volver a intentar. También en lo que se llama la fragmentación del Yo, hay un deseo de probar lo prohibido, de saltarse las leyes y las normas. Todos hemos sentido más de alguna vez esos deseos, pero tenemos una disposición cerebral, una substancia freno que nos impide salirnos de las normas estandarizadas de conductas, y es la conciencia, el sentido de auto culpa y la necesidad de pagar por los errores.

Vemos con asombro en la prensa que pareciera que algunas personas o criminales no muestran arrepentimientos de sus hechos, fechorías y crímenes, ignorando a la opinión pública, haciendo como si nada pasara. Bueno, esto puede escapar al análisis sociológico porque puede ser competencia de la medicina, ante casos de psicópatas en serie y gente con daño cerebral que actúa sin tener conciencia, empatía o emociones normales, sino emoción plana.
La gente hoy observa mucho más lo que sucede en los ámbitos políticos, religiosos, deportivos y culturales y nacen Los Indignados como un movimiento que tiende a generalizarse, al menos todavía como una corriente de opinión y manifestaciones. Nada escapa al ojo humano y de los satélites, de las cámaras, los móviles y la prensa, todo sale a la luz, desde alguna parte para mostrarnos conductas y hechos inmorales que nos ofenden como seres humanos que hemos conseguido ciertos niveles de evolución y que aspiramos a estadios más altos.

WikiLeaks por ejemplo, ha sido una especie de tubo de escape social que de pronto ha soltado desde las entrañas del poder oculto informaciones criminales que nos han escandalizados, y la prensa en España ha destapado una red de corrupción política jamás imaginada de impensable consecuencias políticas. Y Europa se está observando a sí misma como nunca antes, gracias a la tecnología avanzada que tenemos hoy a partir de Internet, de los aparatos móviles, etc. y de las redes sociales espontáneas que nacen ante los acontecimientos inmorales o de dudosa reputación y aceptación social para su repulsa. La ficción literaria y su proyecto Gran Hermano, inspirador de las potencias mundiales que lo han querido imponer realmente como consecuencia del avance de la tecnología de la información para controlar al detalle nuestras vidas y espacios, se está volviendo en contra de ellas, gracias a los hacker aficionados, por lo general jóvenes talentosos en informática los que acceden al cerebro mismo de las tecnologías más sofisticadas que guardan los secretos y planes de los gobernantes del planeta poniendo en jaque la seguridad de ellos y de paso la de todos. Las guerras convencionales han pasado a la historia, solo sirven para países atrasados con conductas tribales, hoy la guerra se hace por computadoras y programas ultra inteligentes y hemos entrado a la llamada Guerra del Cíber Espacio en la que las grandes potencias se "vigilan" y tenemos ya a países "enfrentados" como China y USA.

Este "observarse" tanto es para medir los movimientos del "enemigo" y a estas alturas enemigos somos todos, con la aparatología que tenemos en casa y móviles, nosotros vigilamos y nos vigilan, aunque tengamos los aparatos apagados - dicen algunos expertos -, y no puede ser raro eso, si la finalidad y sentido de todo esto es que quien maneja la información maneja el control del mundo.
Volviendo al tema de fondo, todavía no hay forma de que nos gobiernen directamente uno a uno, pero sí masivamente a través de la cultura en asuntos como la alimentación, el arte, la moda, los deportes, los eventos deportivo, políticos y monetarios, etc., así somos gobernados sin sutileza sino que directamente. Esta histérica y paranoica "vigilancia extrema" es al mismo tiempo una corrupción de la tecnología al servicio del poder y nos enfrenta a todos por crear una legalidad que marque los espacios del derecho a la intimidad y libertad. La libertad y el derecho a ejercerla no puede entrar al terreno de la corrupción y esa es la tarea de esta época de todos nosotros.

Todo hombre tiene su precio, pero cada hombre también tiene sus valores, por eso es que tenemos héroes, tenemos maestros, sabios, gente esforzada, médicos altruistas, profesores, educadores, políticos, madres, padres, gente de trabajo, hermanos amigos que no conocen la palabra corrupción que son honestos, con principios y consecuentes con sus postulados, y cuando una persona tiene principios y valores altruistas, no hay ofertas dudosas que le tienten, porque la sensación de sentirse con la conciencia limpia no tiene precio.

La personalidad se puede modelar por encima de la fragmentación del YO psicológico y sociológico, ¿que todo hombre tiene su precio? Si tiene valores que no se transan, no hay con qué comprarlo.

 

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