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La Paz
 
 

12 de junio de 2013 | COLUMNA |

La paz en la Tierra, ¿una utopía?

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

¿Se educa realmente para paz? ¿Podría ser el estudio de la paz una asignatura en los colegios? Parece una idea muy simple de implementar dentro de todas las asignaturas y ramos obligatorios que hay en la enseñanza normal. Si bien es cierto lo pensamos y deseamos, no vemos planes ni prospección hacia una enseñanza de la paz globalizada y vemos con tristeza que la historia se repite una y otra vez sin notarse cambios de mentalidad, cambios obligatorios como son las enseñanzas regladas de las escuelas del mundo encaminadas a conseguir títulos para ganarse la vida que para construir cimientes de la paz, aunque hay instituciones, institutos y entidades que están para promover actividades, cursos, seminarios y foros sobre la paz, y algunas organizaciones como la Organización de Naciones Unidas, cuya sede está en Nueva York, USA, es una institución creada luego de la Segunda Guerra Mundial para prevenir nuevos enfrentamientos de envergadura global, pareciera haber conseguido el objetivo de impedir una "Tercera" debacle mundial, porque permite a las partes constituyentes a través de los representantes políticos de las naciones el no caer en tan desgraciado enfrentamiento mundial, que podría significar el último entre los seres humanos, por el poderío de las armas nucleares que hay en el mundo en el "club"de los que desgraciadamente la poseen, en la pelea contra los que desean entrar y no se lo permiten como Irán, por ejemplo. Sabemos que todas las potencias hoy poseen armas nucleares y eso es suficiente para hacernos una idea de lo que podría ser un conflicto nuclear, cuyas proporciones podemos imaginar, pero más nos vale no llevar la imaginación a la realidad.

Nos dicen que el solo hecho te tenerlas "disuade" al enemigo de atacar, lo que quiere decir además que vivimos con el alma en un hilo, en una situación de paranoia enorme, porque nunca se sabe quién podrá presionar el botón primero y sabemos que hay misiles anti-misiles y otros más pequeños anti-anti. Se ha llegado al perfeccionamiento defensivo contra los misiles nucleares, pero los arsenales y los submarinos y las bases espaciales están cargadas de misiles apuntando a la Tierra. Ese miedo horrible de ser atacados y de atacar primero si es posible es una enfermedad mental de la sociedad humana, de la cultura, un miedo irracional que se oculta construyendo armas entre peores sean más miedo provocan y el miedo como arma defensiva es poderoso.

Sin embargo, tenemos las armas convencionales, de largo y medio alcance y la pesada artillería pasada de moda que ya no representan mayor amenaza a las potencias nucleares como antaño. Armas pasadas de moda que se siguen fabricando y enviando a países del tercer mundo para que las empleen en sus guerras tribales. Quería llegar a este punto, al de las armas "convencionales" que equivalen a todas las armas no estratégicas sino tan letales como las nucleares, con la diferencia que no tienen la temida peste radiactiva que lo contamina todo. Está latente el ejemplo todavía de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945, cuando la segunda guerra mundial estaba acabando y a estas alturas si fue necesario o no haberlas utilizado cuando podría haberse conseguido pactar la rendición de Japón al ver perdida la guerra y a sus aliados; mas, sabemos que esa fue una "prueba de advertencia" al mundo de que no había que meterse con los detentores de tal y desbastador poder y ¡funciono! El asunto es que hoy casi a punto de cumplirse 70 años, varios países tienen misiles nucleares muchísimos más poderosos que los lanzados en Japón, país en el que todavía quedan víctimas debidos a las secuelas y transformaciones o deformaciones genéticas.

Las armas han experimentado un desarrollo tan grande que son una tentación para la gente común adquirirlas y tenerlas en casa, vemos la ley de armas en Estados Unidos que cualquier persona tiene derecho a comprar las que desee sin importar el calibre y cuan mortíferas sean, según la constitución "son para la defensa personal y del país".

El amor por las armas, hace también un gran negocio, un negocio que tiene una increíble demanda, siempre al alza.

El asunto es saber ¿adónde van a parar esas armas?, ese es el quid, y esa es la preocupación, las armas no son para jugar y hay tantas que hay que utilizarlas, darle un uso, ¿en qué? en guerras que es lo más convencional, pero ya no son guerras como las de soldaditos de plomo de vistosos uniformes de colores formados en dos bandos frentes a frente, como veíamos en el cine en eastmancolor en panorámica, hoy esas coloridas y vistosas guerras no existen, hoy son más tenebrosas aún y bástenos mirar la prensa o ver las noticias de la televisión para darnos cuentas de lo brutales que son, de preferencia en países en vías de desarrollo y pobres, enfrentados por el poder o por causas religiosas, ahí los recursos que poseen los litigantes los destinan a comprar armas a los países desarrollados que las producen.

Y los fabricantes de armas necesitan conflictos para vender las armas, negocio siempre en alza, mientras sea posible azuzar guerras, crear diferencias donde no las hay para producir cismas, quiebres institucionales, corrupción, enfrentamientos tribales para hacerlos irreconciliables, mientras se fomenten esas luchas habrá necesidad de armas, y hoy sigue habiendo dos abastecedores grandes, Estados Unidos de Norteamérica y Rusia, y un ejemplo es Siria donde recientemente la Unión Europea levantará el embargo de ventas de armas a los rebeldes y Rusia decide abastecer de cohetes al gobierno de ese país para mantener el "equilibrio" y esto es lo que viene dándose, una repartición de los sectores geográficos "calientes". Todos sabemos esto, de manera superficial, como aficionados o expertos, pero sin incidir en nada porque no podemos ni tenemos las herramientas para ellos. Y la pregunta es ¿son necesarias las guerras? ¿Sirven para algo? Podremos recurrir el expediente histórico, al momento de la repartición de las tierras en la organización de los países y de sus fronteras y de las invasiones derivadas de ella que obligaba a la defensa de los territorios conquistados, colonizados o naturales a los nativos de ellas, y hoy que tenemos un mundo ya establecido, donde son difíciles las invasiones de antaño, tendríamos que pensar que los modelos independentistas armados de hace más de dos siglos están superados, a no ser por dictaduras y revueltas, que también tienen un alto elemento de agitación llevan a enfrentamientos armados con grandes cuotas de muertos y ya no importa que sean civiles de todas las edades y géneros.

En pleno tercer milenio siguen las guerras en sectores demográficos apartados y aparcados donde no ha llegado el "florecimiento" de las grandes potencias democráticas, capitalistas o comunistas y son áreas de influencia de los grandes que quieren imponer su hegemonía llevando a los enfrentamientos armados a las poblaciones. Sabemos que es así, pero no nos interesa, mientras más lejos sea, y mientras más exóticas nos resulten las culturas, menos interés ponemos en pensar si son necesarias esas guerras y si algo podemos hacer, si es que nos interesan las noticias de los medios donde vemos ciudades arrasadas, niños, ancianos mujeres muertas, es que son tan comunes ya esas imágenes que ni siquiera nos fijamos más de tres segundos en ella, a no ser por algún detalle morboso, ni compasión ni tristeza porque eso nos parece muy lejano y la gente no se parece a nosotros demasiado, a no ser los militares y sus armas convencionales. Así es entre menos se parezcan a nosotros, entre menos parezcan humanos o nos recuerden a amigos, pariente o hermanos o hijos nuestros no nos dicen nada verlos abatidos o despedazados en las calles.

Y eso de no "identificarnos" con el enemigo es la clave psicológica para despreciarlo peor que una alimaña. Leía meses atrás a un joven tirador escogido del ejército norteamericano que tenía más de 300 "dianas", lo que vale decir seres humanos asesinados por él como soldado de élite, entre ellos a mujeres y niños, y retirado del ejército llevaba una vida absolutamente normal. Esa es la mentalidad de los soldados, para eso se les entrena con rigor.

Los fabricantes de armas pueden ser empresarios, políticos, etc., respetables figuras públicas, sin duda alguna, y no forzosamente son militares y belicista, aunque pueda parecer una contradicción, que viven en áreas reservadas de ciudades especiales, como los mismos ingenieros y operarios de las industrias armamentistas, que conocen una parte de su labor y no pueden vincularse a otros civiles, precisamente por las medidas de cautela de estos centros de producción de armas. Es un asunto complicado, pero, curiosamente las armas sí llegan a todo el mundo y son las que se utilizan en la violencia urbana y suburbana y los crímenes de las organizaciones fuera de la ley; las revueltas y la represión.

Visto así, someramente esto pareciera que la paz, esa que tanto hablamos o deseamos no es más que una utopía en la tierra, porque pareciera que deseamos las guerras y porque como especie somos violentos por naturaleza..., y tratando de buscar respuestas a si nuestra conducta está acondicionada a los genes, expertos de las áreas biológicas, psicosociales, etólogos, neurocientistas, sociólogos, etc., tratan de hallar los orígenes de la violencia humana, tanto en los genes, como en las pautas culturales y mientras se llega a resultados determinantes para poner atajo al afán criminal y auto destructivo de la especie humana, sigue habiendo guerras en el mundo, fomentadas por asuntos políticos, religiosos, expansivos, de liberación, de luchas antiterroristas, terroristas etc. Y por lo mismo, por las "necesidades" de estas guerras de gran calado como tribales, regionales, la necesidad de armas convencionales tienen un gran mercado asegurado y en ella están los países más poderosos de la Tierra vendiendo y abasteciendo por hegemonía esas demandas que nos parecen tan convencionales como la venta de insumos, electrodomésticos, automóviles, porque las guerras han caído en las garras de los empresarios y son lucrativas. Es la realidad, lo que hay y muy difícil de atajar si no es por una toma de conciencia y una educación que permita edificar conciencias y culturas para la paz.

Tenemos detalles precisos históricos comprobados de las primeras guerra humanas, las causas que las produjeron, el tiempo que duraron, la devastaciones en vidas humanas y ecológicas que causaron y hay pera llenar y repletar páginas de libros y todo ese manantial de información no ayuda lo suficiente como hacer despertar en la gente un interés por la paz y una educación global en esa dirección.

Tomaría bastante espacio intentar señalar las guerras una por una, y hay libros especializados que poseen información y que el diario El País en la década de los 80/90 hiciera un suplemento al respecto, pero me limitaré a señalar que se cuenta ya como la primera guerra de la antigüedad la ocurrida a partir del año 3100 a. de C., en África, cuando el Rey Menes, llamado el Luchador unifica las Dos Tierras (el Alto y Bajo Egipto) y desde entonces, los calendarios de la historia están escritos con letras de sangre hasta el presente porque no conocemos ningún día de completa paz en la Tierra, sin un conflicto y sin crímenes.

Hay intentos por enseñar una cultura de paz, hay personas insignes como don Federico Mayor Zaragoza, científico que ocupara por 12 años la dirección de la UNESCO como Director General con quien tuve un generoso contacto. Dedicaré un artículo en una próxima oportunidad a su importante labor y figura.

Existe la Universidad para la Paz, UPAZ, que es una organización dependiente de las Naciones Unidas, que tiene su sede en Costa Rica y alumnos de diferentes países que concede maestrías y doctorados en esta materia, y la lengua utilizado es el inglés.

Y Suecia, cuyo prestigio en el mundo como país neutral y propiciantes de la paz tiene un importante instituto como es SIPRE (Stockholm International Peace Research Institute) que promueve encuentros con expertos en estas materias, especialmente de armamentismo y de prevención y control de conflictos, también la lengua oficial de trabajo es el inglés.

Este tema que a mí me interesa, tanto desde la sociología y literatura y con un marco más multidisciplinario pasa primero, por hallar el gen agresivo y asesino de nuestra especie, de si existe, y si es posible aislarlo y extirparlo como se desea hacer a través de las ciencias genómicas con plagas de enfermedades incurables que padecemos, la esperanza para mí consiste en hallarlo biogeneticaneurológica, porque así sabríamos que es cosa de la ciencia volvernos una especie benigna entre nosotros y con nuestro entorno. En caso de que no exista tal gen, el asunto sería que, nuestra conducta criminal no es más que el origen de una pauta cultural aprendida que nos lleva a ser criminales y agresivos, lo que significaría que lo que tendríamos que aislar o desterrar es precisamente esa cultura que es dañina para nuestra especie, y las demás y todo el ecosistema.

Claro, tenemos interés en tener un mundo de paz, nadie que esté en sus cabales puede vociferar de manera pública por un estado de guerra en la Tierra; aunque no faltan quienes deseen confrontamientos por conceptos e ideas retrogradas ya pasadas de nefastas consecuencias.

Y lo otro, es que se promueva desde las organizaciones adecuadas ONU, UNESCO, Universidad para la Paz, SIPRE y muchas otras que debe haber, un plan escolar para educar ciudadanos para la paz en todas las lenguas, como una asignatura obligada, mientras no se considere esto con urgencia, el floreciente negocio de las armas y de los promotores de conflictos, seguirá produciendo armas, guerras, desolación y muerte en contra de gente inocente.

La paz, es un ansia insatisfecha que alguna vez alimentará el corazón de la humanidad.

 

 

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