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Megalaxia
 
 

29 de abril de 2013 | CULTURA - LITERATURA |

¿Cuando un libro tiene categoría de best seller?

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Un hombre de experiencias es un niño destruido, Max Ophül.

Me estoy empezando a preguntar recién después de más de 30 años ¿si el libro que escribí un día, silenciosamente, sin marketing, ni una empresa editorial poderosa detrás que lo haya lanzado a los cuatro vientos del mercado se ha ido convirtiendo en un clásico por obra y magia de su propia calidad, de su inocencia, de sus buenas intenciones, de su poesía, de sus bellos argumentos?

Escribo esto porque desde que publiqué en mi país de origen Don Cometa el profeta de los niños, en dos ediciones en la Editorial Universitaria de Santiago de Chile en 1981 y luego en 1985, para conseguir reeditarlo en España el año 2004 con un nombre más de batalla como Megalaxia Ciudad Infinita, con nuevas ilustraciones y un capítulo que en su momento en la edición original no incluí para abaratar el coste de la editorial, a color y nuevo formato y ciertas aprehensiones personales muy lógicas. Desde entonces este libro no ha dejado de aparecer en las más prestigiosas librería físicas y virtuales de España y otros países de Europa y Latinoamérica.

Esto no me sorprende tanto; quizás porque sé lo que experimentan los lectores al leerlo, que es la sensación de volver a ser niños con deseos de volar y emprender quimeras con o sin alas. Es curioso que todavía provoque en mí una sensación de paz inmensa cuando he acudido a él para leerlo, como si fuera otro el autor. El escritor danés Johannes V. Jensen definió el arte "como una forma interpretada por el espíritu". Y esto debe ser la clave de mi libro, que nació como una obra de arte para estar desde el inicio tan bien conceptualizado, desde que lo leyeron lectores más cercanos a mí, gente sencilla, de arte, profesores, alumnos, religiosos, científicos, etc. No puedo ocultar que un entrañable amigo don Eduardo Frenk L., entonces presidente de la Sociedad Científica de Chile, que me hizo el prólogo de la primera edición, y que viajando a Estados Unidos a una importante conferencia que daría en una universidad lo leyó en español en el avión, quedando gratamente impresionado y lo primero que hizo allá de forma espontánea y particular de conseguirme un editor que lo quería publicar en inglés, tuve mucho entusiasmo, y todo parecía totalmente factible, pero mi destino de salir de Chile ya estaba echado y perdí esa oportunidad al desconectarme de todo, al poco tiempo falleció mi inolvidable amigo y admirador.

Hoy no sé cuántos más me habrán leído en en estos decenios que tiene de existencia y circulación, porque de eso no tengo constancia más que referencias e información que obtengo de mirar Internet. Al poner mi nombre, es obligado ver aparecer mi libro Megalaxia Ciudad infinita, entre otros míos. Yo hasta el momento no he tenido ganancias económicas con este libro, porque mis libros, mis obras de arte literarias, las he concebido como si fueran hijos y les he dado libertad para que conocieran mundo, y como todo padre he visto con alegría que mis hijos son buenas personas, buenos seres humanos, comprometidos con los valores de la humanidad, y eso me hace feliz; y mis libros como hijos son buenos también porque tienen valores y eso les ha dado el reconocimiento que entrega el mundo. Además como artista creador, pensar en la fama y el dinero no es una buena fórmula, por lo tanto lejos estaban esos anhelos, porque mi verdadero deseo era hacer una buena obra con valores sociales.

Pero es tiempo de cosechar, porque de mi siembra han comido muchos pájaros, y yo tengo los míos también que necesitan comer.

Tengo en verdad una larga lista de opiniones de Megalaxia Ciudad Infinita, Don Cometa el profeta de los niños, tanto de lectores, como de personalidades médicas, científicas, autoridades educacionales y de la UNESCO cuando su director general fue don Federico Mayor Zaragoza que avalan mis palabras y ocuparían espacio incluirlas aquí, pero por esta vez tomaré otra "muestra" hallada ayer en una web nueva que ofrece mi libro a un precio determinado en versión electrónica, no es la única web que lo ofrece como ya lo he dicho, sino que ésta tiene la particularidad de ser una web con el lema "Librería especializada en Ciencias de la Salud" , y me gusta, aunque ellos tengan mi nombre escrito por lógica en el anuncio como autor del libro, no me conocen, no tienen ni idea de mi existencia, porque de tenerla se hubieran puesto en contacto conmigo para la distribución y venta del mismo, ya que el convenio que tuve con la editorial española caducó hace varios años...

Tampoco tienen idea que estoy vinculado a la ciencia, y a las ciencias de la conducta especialmente, por eso celebro la coincidencia que hayan catalogado mi libro en esa categoría, que es la que tiene, como un libro formador de soñadores, un libro que marca un camino, que modela, enseña, y que por sobre todo tiene un mensaje con un inmenso amor, algo que precisamente no abunda en el mundo.

Y es uno de los valores del libro, la ilusión, la lucha de un niño por hacer realidad sus fantasías de viajar a un mundo de cuento, el mensaje profundo de paz, de poesía, de libertad, de esperanza, y como el nombre lo dice el "profeta de los niños" hay profecías, pero profecías felices. También cuando escribí el libro era impensable que el espacio sideral pudiera cobijar chatarra espacial, es decir la contaminación del medio ambiente en el espacio, hoy es una realidad por desgracia, y en el libro paga las consecuencia un hermoso mundo de nombre Metáflora, que era un reino de poetas gobernados por Poeflor y habla solamente en verso rimado. Nada falta en ese libro y eso lo hace indispensable por ser una obra de arte literaria, y no digo indispensable yo, sino los lectores, y hoy, que tenemos un mundo que requiere inocencia, que necesita ilusión, amor fraternal y universal, fe, esperanza, fantasía, sueños, diseños de mundos que provoquen el deseo de conquistarlos. ¿Y qué mejor personaje podría ser el actor principal que un maduro titiritero, famoso escritor de cuentos para niños, y de un niño con un trastorno que lo hacía confundir realidad con fantasía?

Pero el libro, es mucho más, pese a que tienen más de 200 páginas, se pasan volando, cada capítulo invita al siguiente, pero se disfruta y se agradece la lectura y es una obra recomendada desde el principio para la formación y enseñanza en los colegios y no solamente gusta a los niños y jóvenes sino que a los adultos que reviven sus mejores años cuando creían en sus propias fantasías antes de hacerse adultos y destruir al niño que eran.

Pronto insertaré aquí uno de los pasajes más bellos del libro, como regalo a mis seguidores, cuyo título es El Instrumento Feliz, una oda a la paz, cuyos actores principales son el pájaro Gorriontrino y el atraetapájaros Raspatarros, sé que les va a encantar.

 

 

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