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Inés de Suarez
Doña Inés de Suarez en la defensa de la ciudad de Santiago. Óleo sobre tela. Museo Histórico Nacional. Foto: commons.wikimedia.org.
 

15 de octubre de 2012 | COLUMNA |

12 de octubre: Día de la Raza

1492 - 2012

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Pensando bajo la sombra del ciruelo

Cuantas veces apoyaba la espalda al ciruelo en el patio de los tres que había plantado el abuelo con unas ciruelas exquisitas, como jamás he vuelto a probar y todos los chicos y chicas del barrio que pedían permiso par comer ciruelas de las tres clases que había. Cuando hacía sol me cubría en la sombra proyectada por la melena del árbol preferido a pensar, mi pasatiempo favorito, cuando no lo hacía desde las ramas mismas con los pies colgando. Jamás pensé ni se me ocurriría pensar que alguna vez saldría lejos de ese patio a otro sitio del planeta, porque ahí lo tenía todo, el alimento asegurado como pájaro por los mismos árboles y mi familia.

Una maravilla de la naturaleza, y del amor de don Manuel Jesús Hernández Arriola, hijo de españoles, quien posiblemente consiguió la semilla de esos árboles de la Madre Patria.

Recuerdo que todos sus amigos, la mayoría eran españoles refugiados de la guerra civil los más recientes, y otros seguramente de generaciones afincadas, descendientes posiblemente de los mismos conquistadores y colonizadores del país que a la larga dieron el origen a la raza chilena y a su mestizaje de forma paulatina. Hubo la clase de los criollos que siempre se cuidaron de mantener la vieja estirpe con que llegaron a las tierras chilenas y americanas.

A menudo pensaba en ello, pese a mi juventud. Recuerdo que el abuelo tenía en el amplio salón de la casa un mueble, una cómoda, un estante o un aparador, algo así donde guardaba unos tremendos libros, seguramente de historia, porque hablo de una etapa en que yo todavía no sabía leer y todavía no iba a la escuela, que comencé a los siete años, suerte para mí que la escuela quedaba a menos de 50 metros cruzando la calle. Una vez tomé un grueso ejemplar de esos libros con tapas duras color café y me metí debajo de la cama para intrusear con tranquilidad. Cuál sería mi sorpresa al descubrir que además de estar primorosamente impreso en blanco y negro, con letras pequeñitas que no podía leer, porque no sabía, y en un papel distinto al de los diarios y revistas que había por doquier, salían unos dibujos horrorosos para mi gusto de niño (niño con una sensibilidad muy grande), porque no me atrevía mirar sin cerrar un ojo, o cubrirme los dos con los dedos de las manos, mirando a través de ellos. Los dibujos eran horrorosos, parecían fotografías, por lo perfecto, pero eran dibujos, según aprendí después a plumilla, pero ¿por qué horrorosos?, porque salía en una viñeta una mujer con vestidos amplios al viento que casi mostraba sus pechos o estaba muy escotada, en una mano tenía la cabeza de un indio y en la otra tenía una espada ensangrentada.

Se me paraban los pelos de miedo al ver esa estampa, la mujer era blanca, de eso me daba cuenta. El cuerpo del indio estaba en el suelo, despanzurrado en un charco de sangre y el terreno se veía lleno de cadáveres de indios semidesnudos y había empalizadas y andamios en los que se veía a hombres con armaduras disparando con armas de fuego a hordas de indios (mapuche) afuera del fuerte. Todos los hombres vestían como en la antigüedad (era así como pensaba, pese a mi edad me daba cuenta de ese detalle) envueltos en metal y cascos y los indios semidesnudos cubiertos de cueros y plumas. Era la guerra, entonces, yo descubría la guerra, la viñeta era muy realista, cruda y detallada como nunca más he visto, perfecta, impresionante, pero a mí me producía espanto, ya que los dibujos no ahorraban detalles por escabrosos que fueran. Se me abría la conciencia y la mente, de que cerca o ahí mismo un día pasó lo que mostraba el dibujo de esa primera página que descubrí. Me preguntaba ¿cómo alguien podía dibujar algo tan terrible sin desmayarse sin que le temblara el pulso. Luego de grabar los detalles, pasé a otra ilustración donde salía la misma mujer desde el andamiaje de madera tirando cabezas a la gente que estaba afuera apilada con palos y semidesnudos con cara de espanto. Vi todas las viñetas o ilustraciones hasta donde pude aguantar y me prometí no volver a mirar jamás ese libro ni los otros de la colección. Los dibujos o viñetas estaban hechos a plumilla y tinta negra con una paciencia de monje del inspirado artista, de acuerdo como se hacían las ilustraciones en esa época, seguramente. La mujer salía en todas las ilustraciones en actitud de guerra y salvajismo. En el andamio se veían cabezas de indios empaladas o colgando. Cada dibujo era terrible, servían para explicar lo que estaba escrito y que yo, por no saber leer entonces, me dedicaba a escudriñar esas escenas horribles. También se veían otras mujeres pero en diversos planos lejanos y los soldados (españoles) con sus trajes metálicos en actitud de defensa del fuerte. Cada página e ilustración sobrepasaba a la anterior y siempre la misma mujer en otras escenas de violencia se destacaba.

Ese fue mi primer encuentro con la literatura, no muy grato, habría de pasar un corto tiempo para que mis padres me regalaran lindos libros de cuentos ilustrados a colores que mi mamá comenzó a leerme y de pasó enseñarme a leer. Nunca hice comentarios sobre ese libro, suponiendo que los otros volúmenes eran iguales y que todos los habían leído o al menos visto en mi casa familiar, ¿qué hacían ahí? ¿Eran libros antiguos impresos en España? Nunca lo supe, ni lo sabré ya, toda mi familia de esos años ha partido a las catatumbas del cielo. Mis conclusiones son que los españoles que llegaban a principio del siglo XIX a Chile, traían sus propios textos para leer en las largas travesías en barco y tener idea de los "indios" chilenos y de sus congéneres. Pero ¿quién era esa salvaje y despiadada mujer española asesina? Quizás el libro fuera un canto a la mujer europea, una exaltación por su fiereza, porque aparecía en todas las ilustraciones muy parecida. Nunca más escuché hablar del temple de la mujer europea contra los nativos en ningún otro libro hasta hoy, ya que eran los hombres los héroes, los conquistadores españoles. Pero ojo, no estoy haciendo apología de las mujeres europeas llegadas al continente americano por emplear tanto salvajismo en lo que fue la denominada conquista de Chile, país extremo, pobre, en comparación con México, Perú y Bolivia.

Chile en esos tiempos fue una capitanía española en América del sur. Todavía no puedo borrar de mi memoria estas trágicas páginas llenas de horror del libro que me abrió los ojos en plena infancia. Lo demás es historia manejada, controlada, limpia de horrores para poder entenderla desde la escuela. Los mapuche eran unos salvajes muy valientes, especialmente Caupolicán, Colo Colo (así como lo escribimos siempre) Lautaro, Galvarino, Fresia, Guacolda, etc. y los españoles: Diego de Almagro, Pedro de Valdivia y eso es todo.

Caupolicán, para ser cacique y dirigir a los araucanos, tuvo que competir con otros jóvenes, y durante tres días y tres noches anduvo con un tronco de árbol sobre sus hombros, logrando imponerse. Pero por desgracia, y como terrible ironía de sus verdugos, murió empalado, rito practicado comúnmente en Europa contra los enemigos de la fe cristiana.

Lautaro fue un poderoso y audaz guerrero que renovó el estilo de luchar de su gente, comparándolo al europeo, tácticas adquiridas aprendidas desde niño como ayudante del capitán Pedro de Valdivia, y una vez siendo mozalbete escapó con la lección asimilada para entrenar militarmente a su pueblo y hacer frente a los soldados, aplicando además toda la crueldad que había visto que realizaban contra su pueblo los conquistadores. Lautaro, ya convertido en cacique mapuche, estuvo a punto de abortar la conquista española del territorio araucano, si los viejos hulmenes, sabios mapuche, lo hubieran autorizado finalmente, lo que habría significado una derrota decisiva en los planes españoles. Nunca se sabrá por qué los viejos hulmenes no autorizaron a Lautaro para que diera la batalla final contra los invasores.

Lautaro, valeroso, audaz genio militar y estratega, finalmente fue traicionado por gente de su pueblo, murió de un lanzazo en plena noche sin darle tiempo a que se defendiera. Su cabeza fue expuesta para escarmiento en una plaza durante mucho tiempo. Lautaro estuvo a punto de conseguir lo que nadie había logrado, expulsar de Chile a los españoles derrotados militarmente, por su bravura, su genio militar y lo aprendido en su niñez, cuando fue adoptado por los españoles. Liberó Santiago dos veces, ganó múltiples batallas al mando de miles de mapuche en pie de guerra, dando muerte en una de ellas al capitán español Pedro de Valdivia, del que se dice aprendió las crueldades en contra de su pueblo, que devolvió de la misma manera. Dicen los historiadores que una vez preso Pedro de Valdivia, lo torturaron de una manera atroz, para hacerle ver lo mismo que los españoles hacían con los indios, y delante de él le iban comiendo asadas partes de su cuerpo. Atroz.

Galvarino fue otro mozalbete valiente que murió combatiendo y dirigiendo a su gente sólo con sus muñones, ya que los conquistadores le cortaron los brazos. En la escuela, La Conquista de Chile, como la defensa interpuesta por los invadidos resulta aséptica, limpia y épica, todos eran valientes, conquistados y conquistadores, y formaron la nueva raza chilena, la mestiza y la criolla de sangre europea sin mezclas y así el país se ha desarrollado hasta hoy y los horrores, las aberraciones del pasado sólo quedaron en viejos libros que guardaban los descendientes de los conquistadores, o en epopeyas épicas, como La Araucana, de Alonso de Ercilla.
Y toda América está desde la conquista misma escrita épicamente, pero existen libros como el que he hablado, que cuentan las atrocidades de los conquistadores más que de los pueblos conquistados. Puede ser comprensible porque no tenían los medios para escribir ni conocían la escritura como nosotros, ni tenían imprentas.

Celebramos el Día de la Raza cada 12 de octubre, desde que el nuevo continente fue descubierto y conquistado el año 1492 pero con todo respeto, perdonando mi ignorancia ¿de qué raza hablamos? ¿El mestizaje originado de nativos y europeos? Esta es la repuesta lógica, ¿Y qué pasa con los criollos europeos que no se han mezclado nunca y los nativos originarios que tampoco se han mezclado, deben celebrar el día de la raza o el día de la hispanidad?

La celebración es por los mestizos, si es realmente así, los criollos y los nativos no mezclados tienen un conflicto serio de identificación de esta fecha y eso es lo que propicia un desentendimiento mutuo que impide la unidad y la integración plena, porque las partes sin mezclar no desean hacerlo por los intereses propios de cada etnia.

La lucha en América de los soldados españoles en contra de los pueblos invadidos y conquistados no fue tarea fácil, ni libre de derramamiento de sangre por ambas partes. Si bien es cierto ganaron los españoles por sus armas de fuego, los caballos y armaduras, pero la tuvieron complicada, y cayeron muchos españoles también. Todo comienza con Hernán Cortés y la empresa de dar nuevas tierras a la corona, y con ello las riquezas que hallaban, y la cristianización y evangelización fue propiciada por un grupo de monjes que participaron en el evento.

Hoy día no parece verse un aire festivo en Latinoamérica o Hispanoamérica en lo que nosotros llamamos eufemísticamente "El Día de la Raza". Ni siquiera hay alegría o cosas típicas que rescatar en conmemoración, porque poco a poco ha ido creciendo el sentimiento de que es un día negro por los crímenes genocidas cometidos con las culturas originarias en nombre del imperio español, últimos descendientes del imperio romano. Pero no podemos desconocer tampoco que aparte del oro, de la sumisión de los pueblos conquistados en todo el continente los españoles crearon ciudades, escuelas, hospitales que todavía funcionan en México y dieron paso a la mezcla de sangre que dieron la partida y origen a la raza, a la nueva raza que puebla el continente. Esto que parece hace tanto tiempo, no lo es en relación a la historia de la humanidad, las guerras de conquistas e invasiones han sido siempre iguales, así han nacido naciones que luego hacen lo mismo, es cosa de leer los textos históricos para darse cuenta de ello.

Si miramos la historia y estudiamos que de acuerdo a las épocas ha habido grandes migraciones humanas a distintos puntos del planeta, ya sea por cambios climáticos y de caza de animales, el continente americano no fue una excepción, ni Europa, de ahí se originan los pueblos que constituyeron sus propias culturas al paso del tiempo y crearon su identidad propia. Y luego de un tiempo volvieron esos pueblos a emigrar, a conquistar y a mezclarse de nuevo, dando origen a diversas razas y culturas. Y eso fue hace tanto tiempo que apenas quedan recuerdos orales y petroglifos en culturas de hace 4.000 o 5.000 años.

La diferencia con la Conquista de América por los europeos españoles es que esto es reciente, una de las empresas más grandes de la humanidad en cuanto a conquista y dominio de otras tierras hasta entonces desconocidas a las que sometieron a sangre y fuego y luego por la fe. Cuando digo reciente es porque la memoria está fresca y las atrocidades y heridas no cierran. El asunto es complejo porque pasa por la identidad, ya el nombre lo dice en la conmemoración de la epopeya Día de la Raza, y la raza somos todos ahora: indios, blancos, mestizos, negros. Por cierto la sensibilidad de los dueños, originarios es más dolorosa frente a los que no se sienten tan autóctonos o que los ignoran.

Y este conflicto ya lo previó Simón Bolívar con una reflexión muy importante: "¿Si no somos indios, ni europeos, qué somos?" Eso es el estigma que arrastramos los latinoamericanos. ¿A quién pasarle la cuenta si se pudiera? Es un paradigma muy complicado, suponiendo que nunca habrá reparación y lo queda es luchar por la identidad, hacer valer la identidad de cada pueblo americano, su cultura e idioma, sentirse orgulloso de ello y mirar al futuro en busca de la integración, que es lo que espera, guardando y venerando lo propio, lo auténtico de cada cual sin marginarse al desarrollo natural de los pueblos.

El tema da para mucho, es apasionante, por lo que me toca y toca a todos los que tenemos la sensibilidad a flor de piel con este dilema, pero no está mal pensar que no somos los únicos que tenemos conflicto de identidad frente a lo que puede ser una cultura dominante sobre otra, la tienen países desarrollados actualmente como el Reino Unido, España, Australia, etc. El Reino Unido tiene a los escoceses que en dos años más celebrarán un referéndum para obtener la independencia. Los catalanes también piden la independencia de España, y el panorama es muy complicado. En ambos países hay resistencia a la cultura dominante.

España hoy enfrenta un fuerte movimiento independentista en su propio país, hasta el momento la protesta es pacífica y es de esperar que lo sea siempre ¿entonces, qué nos queda a los latinoamericanos? Aceptar lo que somos, una diversidad de pueblos con una cultura similar y un idioma en común como el español que nos unifica a todos, sin que esto no conlleve a preservar los idiomas ancestrales de cada comunidad de los llamados pueblos originarios, ricos culturalmente. También de los que debemos rescatar, aquello que se cubrió de olvido y tiempo y disfrutar de todo, cada cual puede sentir como le plazca, pero es nuestro, entre más diversidad, más posibilidades de conocer de gozar de lo que en verdad nos enriquece.

Es cierto que los europeos y españoles sacaron mucho oro, pero también salvaron a Europa del hambre llevando la patata, o papa, de América. El maíz, el chocolate y todos nuestros productos naturales, pero a cambio dejaron sus conocimientos, sus escuelas y universidades, su fe e iglesias, nos enseñaron a hacer el vino y muchas otras cosas importantes, y entre ellos permitiendo la llegada de europeos de diferentes regiones que nos ayudaron a perfilar las sociedades modernas y tecnológicas que somos hoy, con todas nuestras mezclas de sangre y diferencias. Nuestra identidad es la americana, con la mezcla española hispanoamericana.

Y no podemos menospreciar que tenemos un idioma en común, el español – castellano - uno de los idiomas más sencillos y hermosos del planeta. Eso no quita que aprendamos otros idiomas, como inglés, alemán, ruso, sueco, vasco, catalán, chino, sueco, etc., porque muchísimos de los latinoamericanos, con sangre de pueblos originarios y europeos, andamos por el mundo recogiendo experiencias, dejando huellas y partes de nuestras vidas, o la vida, como hicieron los españoles cuando pisaron América.

Nada se da por terminado en la historia.

 

Final

 

Llegaré, espero no dejar pasar mucho tiempo más, al patio de lo que fuera mi casa de niño en la que me recostaba con el torso pegado a uno de los ciruelos que me daba la mejor sombra y los más exquisitos frutos que jamás he comido. Sé que los libros de la conquista de Chile que vi con horror en mi niñez ya no estarán en ningún sitio, y no tengo idea que destino podrán haber tenido, si alguien se los quedó, los guardó o fueron a la basura o quema. He estado mucho tiempo lejos de mi patria y el continente, y pese a que he visto algo de Europa, anhelo lo mío, la maravilla de pueblo que somos, blancos, mestizos, con nuestra morfología que nos da la identidad de donde venimos. Y eso es maravilloso porque nos permite la diversidad corporal que nos hace a todos iguales, y sentirnos mapuches, incas, aztecas, chilenos, peruanos, bolivianos, venezolanos, argentinos, brasileños, españoles, catalanes, vascos, gallegos, alemanes, ingleses, portugueses, suecos, pero nadie nos quita que somos latinoamericanos, nadie.


 

 

 

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