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La policía irrumpió en una mezquita y encerró a ocho hombres que allí rezaban durante tres horas. Los policías de la fotografía no son los mismos que llevaron a cabo el operativo. Foto: Marisol Aliaga

 

Noviembre 2010 - SUECIA

La guerra en contra del terrorismo conduce al fascismo

Ya es hora de que aprendamos de la historia.

Xenofobia. La policía irrumpió en hogares de familias inocentes , rompiendo puertas y muebles, y se llevaron a personas acusándolas de supuesta implicancia en actos de terrorismo. Bueno, no a todos. Sobre uno de los cuatro sueco-palestinos que fueron objeto de este abuso no recayó siquiera sospecha de delito alguno. Él solamente fue llevado para ser interrogado. Los cuatro sospechosos fueron puestos en libertad dentro de un día.

Fuente: Aftonbladet, 21 de noviembre de 2010. Helle Klein, Jefa de redacción de asuntos políticos. Traducción: Marisol Aliaga

Fuera de asustar a las pobres e inocentes familias, la policía irrumpió además en una mezquita y encerró a ocho hombres que allí rezaban durante tres horas. El periódico Göteborgs-Posten escribe acerca del suceso:

“Uno de quienes fueron aislados – un hombre de edad – rogó que se le pusiera en libertad porque no disponía de su medicina. Un policía habría entonces llamado al servicio de información sobre el cuidado de la salud, preguntando si la medicina actual era absolutamente vital. Cuando el policía recibió una respuesta negativa, se le ordenó al hombre permanecer en el local.”  

De este modo trata la policía sueca a seres humanos que se llaman Muhammed o Mustafa y que son musulmanes.

Antiguamente se consideraba criminal el irrumpir en locales sagrados, como iglesias. Existía incluso un decreto de ley, para que se respetaran las iglesias. Que yo sepa no ha sido abolido, pero ¿quizás hoy en día no es tan estricto? No obstante el decreto debería abarcar tanto a una mezquita como a una iglesia.

Sea como sea, la conducta de la policía no ha ocasionado mayores protestas, ni de parte de la iglesia ni de otras partes. Esto dice bastante acerca del clima social. El cazar a presuntos terroristas, que casi siempre son sinónimo de musulmanes, es hoy en día una normalidad en todo el mundo occidental.

Suecia se ha unido obedientemente a la “guerra en contra del terrorismo” – la guerra que el régimen de derecha cristiana de Bush comenzara hace ya casi diez años. Nosotros hemos cambiado leyes, nosotros le permitimos a la policía regular y a la policía de seguridad que intercepte mezquitas y patios escolares. Si, nosotros permitimos incluso a espías norteamericanos actuar en territorio sueco, contraviniendo la legislación sueca. Y nosotros participamos con soldados en la guerra en Afganistán. La política y el debate público se centran en los “musulmanes”, en el “extremismo islámico”, como si se tratara de términos inequívocos. No es solamente el judío o el gitano que representa la mayor amenaza en Europa, sino, sobre todo, el musulmán. Se siente el eco del pasado.

El docente en Historia y Religión, Mattias Gardell, ha publicado recientemente el libro Islamofobia (de la editorial Leopardo). Debería ser lectura obligatoria para todos los responsables políticos que consideran que están al servicio de la democracia y del humanismo.

Gardell hace un recorrido por la larga historia de la islamofobia. Es alarmante, pero su lectura nos hace reflexionar. Corrientes antimusulmanas se nutren de la misma fuente que el antisemitismo en el mundo occidental cristiano incluso cuando la islamofobia y el antisemitismo no son idénticos.

Pero, al igual que una gran parte de la comunidad de investigación de ciencias sociales y humanísticas después de la Segunda Guerra Mundial se ha dedicado a estudiar las ideas y la práctica del antisemitismo, ha llegado la hora de que la investigación se interese en la islamofobia.


 
 
 
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