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Dawit Isaak

En la actualidad nadie sabe que apariencia tiene Dawit Isaak. Estas fotografías son de archivos y de la campaña para su liberación.

 

26 de septiembre de 2011 | SUECIA

Dawit Isaak: diez años en prisión

ASMARA: 3 652 días de cárcel cumplió este viernes el periodista sueco Dawit Isaak. Encarcelado en Asmara, sin juicio, y sin saber de qué se le acusa. Durante diez años ha sido víctima del régimen totalitario de Eritrea, y el presidente, Isaias Afewerki, se ha negado a tocar el tema con el gobierno sueco, primero con los socialdemócratas, luego con la Alianza. En una celda de tres por tres metros, en la prisión de Eiraeiro, Dawit Isaak ha pasado diez años de su vida, privado de una cama donde dormir, de la posibilidad de reencontrarse con su señora y sus tres hijos. Privado incluso de una identidad. El régimen de Afewerki lo ha convertido en una cifra: es el preso número 36. Y diez años de "diplomacia silenciosa" sueca han sido totalmente en vano.
Algo tiene que suceder. Suecia tiene que cambiar su estrategia infructuosa para conseguir la libertad de un periodista cuyo único error fue luchar por los Derechos Humanos y el derecho a expresarse libremente. Antes de que sea demasiado tarde.

Por: Marisol Aliaga

Con motivo de cumplirse diez años de que Dawit Isaak permanece en la cárcel Eiraeiro, 15 kilometros al norte de la capital de Eritrea, Asmara, diversas organizaciones que apoyan su causa, el sindicato de periodistas, periodistas sin fronteras, la ministra de exteriores de la UE, Catherine Ashton, y diversos medios de comunicación, han exigido, que el gobierno eritreano libere, de inmediato a Isaak y a los otros periodistas y políticos que han sido arrestados sin hacérseles juicio.

Diez años de "diplomacia silenciosa" usada tanto el gobierno anterior, de la socialdemocracia, como el actual, de derecha, no han dado fruto alguno. Dawit Isaak sigue prisionero en este país que mantiene a miles de opositores al régimen y periodistas bajo arresto, en condiciones infrahumanas y sin posibilidad ni siquiera de saber de qué se les acusa. Menos de tener un proceso judicial.

Y, mientras que Dawit Isaak pasa los días y las noches en una celda de tres por tres metros cuadrados de superficie, el presidente eritreo, Isaias Afewerki, se aloja en Nueva York en uno de los hoteles más lujosos de Nueva York.

Isaias Afewerki se encuentra en USA para asistir a la inauguración de la asamblea general de las Naciones Unidas. En una tal llamada "ofensiva diplomática", destinada a romper el aislamiento en el cual ha caído su país, y para tratar de frenar las sanciones que varios países africanos pretenden que se le impongan a Eritrea, con ayuda de las NU.

El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt intentó llevar a cabo una conversación con Afewerki, en esta ocasión, pero el presidente eritreano se negó a dialogar con el premier sueco.

- Tratamos de entablar contacto, pero ellos no quieren hablar con nosotros. Esa es la lógica de la dictadura. Es cerrada, declaró Reinfeldt a la prensa.

 

Sin embargo, la pregunta es si el gobierno sueco ha hecho lo suficiente por tratar de obtener la libertad de Isaak. Hace poco el canal de televisión estatal sueco exhibió el documental "El prisionero", que trata la historia del periodista. En este, relata su hermano, Esayas Isaak, que apenas supo que Dawit había sido arrestado, tomó contacto con el ministerio de Relaciones Exteriores sueco, UD, para solicitar su ayuda.

- No tuvieron ninguna voluntad de ayudarme, ya que yo no tenía el número personal de Dawit. El funcionario del UD me explicó que no podían hacer nada, ya que Dawit tenía doble nacionalidad. Después de eso, no ha sucedido nada, dice Esayas Isaak, en el documental.

"El prisionero", producido por Maria Magnusson y Gellert Tamas, mostró – por fin – a un Dawit Isaak de carne y hueso, ya que, a pesar de todas las campañas realizadas a su favor, más que nada por el vespertino Expressen, no se había mostrado, hasta ahora, al verdadero Dawit, presentado por quienes le conocen.

Expressen ha mantenido una campaña durante años, donde cada día publica, en algún lugar del periódico, los días que Dawit lleva preso. Un gesto indiscutible de solidaridad, pero, ¿conmueve?

Porque su historia, si se la conoce, es conmovedora. Dawit Isaak llegó a Suecia en 1987, en calidad de refugiado político, y se radicó en la ciudad de Lerum. Luego de estudiar el idioma comenzó a trabajar en distintos trabajos. Practicaba el futbol y se hizo ciudadano sueco en 1992.

Cuando Eritrea logró la independencia, retornó a su país de origen, para desempeñarse de reportero en el diario "Setit", uno de los más grandes del país.

- Él quería participar en la lucha por la independencia de Eritrea, pero no con armas, si no escribiendo y participando en el debate. Yo creo que él estaba consciente de los peligros a los cuales se exponía al volver. Y él tomó ese riesgo. En el filme mostramos entrevistas para la televisión donde él apoya, abiertamente, la democracia en el país, explicó - al matutino Dagens Nyheter - Gellert Tamas, uno de los productores del documental.

Hasta el momento se desconoce si Dawit Isaak aún está con vida, pero Gellert Tamas piensa que si no lo estuviera, se sabría, ya se habría sabido. "No habría sido posible mantenerlo en secreto", dijo Tamas.

Sin embargo, el presidente eritreano se niega a entregar cualquier tipo de información acerca de los prisioneros politicos en su pais, y el trato al cual son sometidos, muy en contra de los derechos humanos.

 

Isaias Afewerki fue elegido presidente de Eritrea en 1993, luego de haber sido el líder del movimiento de liberación en su país. El primero y el único presidente que ha tenido el país africano.

Pero los ideales del comienzo poco a poco se fueron desvaneciendo. En mayo del 2001, se prohibieron todos los medios independientes del país, y se cerró el diario donde se desempeñaba Isaak, el "Setit" , quien planeaba regresar pronto a su hogar, en Gotemburgo, a reunirse con su señora y sus hijos.

No le fue permitido, en cambio, el 23 de septiembre del 2001 fue arrestado por la policía de seguridad y puesto en una celda.

La única vez que se le ha permitido salir, a través de estos diez años, fue en noviembre del 2005. Las autoridades suecas, en ese entonces, con el embajador Bengt Sparre a la cabeza, pensaron que habían logrado la liberación del periodista, pero se equivocaron, a los dos días la policía había apresado nuevamente a Isaak, sin dar ninguna explicación al cuerpo diplomático sueco.

Y cada vez que los suecos han creído que una solución está pronta, el presidente eritreano se ha reído, prácticamente en la cara de ellos. Y se ha negado a liberar a Dawit Isaak, o siquiera a explicar por qué permanece en la cárcel.

 

Ahora, al cumplirse diez años, muchos piensan que el camino correcto es ejercer presión sobre Eritrea, a través de suprimir la ayuda económica al país.

Suecia, desde el 2001 ha disminuido la ayuda bilateral, limitándose solamente a enviar ayuda humanitaria. Eritrea recibía, en el 2001, 75 millones de coronas al año. Ahora recibe 4,1 millones de coronas.

De la Unión Europea, ha recibido, desde el 2009 al 2013, alrededor de 1,3 mil millones de coronas. Es muy probable que si la UE corte esta ayuda, el presidente eritreano se vea obligado a reflexionar acerca del trato a los presos políticos en su país. El dinero parece preocupar mucho al presidente africano, que ahora está empeñado en sacar impuestos al cuarto de la población que se encuentra en el exilio. Dos por ciento de sus ingresos, independientemente del país donde residan.

Un impuesto que la mayoría paga, según el presidente de la comisión internacional de refugiados eritreanos en Nueva York. De lo contrario, las familias de los refugiados arriesgan hostigamientos en Eritrea.

La semana pasada se elevaron numerosas voces, en Suecia, para que el gobierno sueco y la UE presionen, con más fuerza, al país africano y exija la liberación de Dawit Isaak. La diplomacia silenciosa no ha servido de nada. Es hora de que el ministro de exteriores, Carl Bildt, se ponga más ruidoso, y, sobre todo, y diga que está haciendo por Dawit Isaak.

Porque algo está haciendo. ¿O no?

 

 


 
 
 
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