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Esta votación es la primera fase para que la reforma tributaria presentada por el gobierno de Michelle Bachelet. Foto:

 

15 de julio de 2014 | COLUMNA |

Una gran señal del sector político chileno

Por: René Barraza Pizarro

 

El día miércoles 9 de julio, la Comisión de Hacienda del Senado aprobó por unanimidad el proyecto que reformará el sistema tributario chileno. Evidentemente, este hecho es un gran avance en materia política para la nación, pero es también una muy buena señal de madurez y compromiso de los diversos sectores políticos que componen nuestro país.

La unanimidad no sólo permite demostrar con orgullo al mundo, que este pequeño país está dando muestra de grandes pasos democráticos y de gran civilidad política. Un tema como la reforma tributaria que fue y es materia de un gran debate nacional por las implicancias económicas que este conlleva, es prueba y demostración que Chile cuenta con un sistema democrático sano, el cual ha comenzado a dar señales de una política de acuerdo y criterio, cuando se trata de ir en mejora del horizonte temporal y social del país.

Esta votación es la primera fase para que la reforma tributaria presentada por el gobierno de Michelle Bachelet que fue aprobada por la cámara baja, sea discutida el próximo martes 15, en la cámara del senado.

Contar con este acuerdo por parte de las distintas esferas políticas es un muy buen augurio, permite suponer que será posible lograr legislar en materia tributaria. Esta reforma proporcionará al estado obtener fondos del 3% del PIB (US$ 8.200 millones), los cuales se destinarán para ir en auxilio a un sistema educacional colapsado en toda su expresión, que ha sido por lagos años el talón de Aquiles de la democracia y la estabilidad social del país.

La reforma tributaria surge de la demanda estudiantil y ciudadana que se inicia a principios de este siglo, que exige con urgencia para Chile contar con un sistema educacional gratuito y principalmente de calidad. Esto permitirá terminar con el actual sistema de colegios municipales, los cuales son gratuitos, pero cuentan con índices muy bajos en materia de enseñanza; colegios subvencionados pagados los cuales, además de los malos resultados, han permitido a seudo-empresarios lucrarse con aportes estatales sin que estos dineros sean destinados realmente a la educación, sino que a sus bolsillos; por último los colegios privados, los que tampoco se libran de malas cifras.

Es dañino para el país contar con colegios subvencionados, donde el estado destina recursos y en que los apoderados deben cancelar mensualidades, sin embargo, estos establecimientos no logran una mejora en la educación respecto de los colegios más pobres (los municipales). El actual sistema municipal y de libre mercado, produjo el genocidio educacional de nuestra población. Cifras alarmantes nos sitúan con muy malos resultados en las pruebas nacionales (SIMCE, PSU) e internacionales (PISA), así como también revelan que un 80% de la población no comprende lo que lee.

Doblemente dañino es la segregación que este sistema ha causado. El hecho que existan estos 3 estratos en los establecimientos educacionales: municipales (gratuitos); subvencionados y privados, ha sido el promotor nefasto de la discriminación nacional. Las escuelas se han convertido en guetos o fábricas de miseria social y también espiritual. El alma de una nación no es su economía o la estabilidad social, sino su cultura y su nivel de educación.

Quizás el objetivo es ambicioso, pero muy necesario. Con el actual sistema económico no sólo se socavó y destruyó la calidad educativa con que contaba nuestro país, sino que extendió una red nefasta en nuestra sociedad que se ha convertido en un flagelo aberrante: la discriminación y segmentación ciudadana. Se creó un sistema de segregación educacional que de no detenerse, seguirá causando heridas en todos los sectores de la patria. Actualmente estas separaciones sociales han creado grupos muy diferenciados en léxico o jerga que nos distancia, es un sistema de apartheid cultural.

Por lo anterior, es triste que mientras en Chile el sector político, muy cuestionado y con los niveles más bajos de confianza ciudadana a nivel latinoamericano, trabaja seriamente para lograr el sincretismo necesario que permite obtener estos grandes acuerdos, en pro de los objetivos de la patria, encontrarse con la contraparte de un díscolo ex presidente que no sabe estar a la altura de su nación, de sus pares, de quienes lo eligieron en esa oportunidad, del pueblo y su gente. Fue patético el actuar o los dichos de Piñera emitidos en España, ellos no sólo dañan su propia imagen si no la del país.

Es importante que todos entendamos que nuestra nación tiene grandes problemas sociales, producto principalmente por una mala distribución de la riqueza. Este acuerdo de los diversos sectores políticos en materia tributaria y educacional, es un avance o un examen de confianza para todos, en el sentido de reconocer la problemática y buscar las alternativas de cambio. Se requiere la responsabilidad del gobierno en la destinación eficiente de estos recursos; a los padres y apoderados en confiar que la eliminación de la segregación en las aulas, permitirá una sociedad más justa, más unida; y principalmente que los alumnos sean conscientes de sus actos. No puede permitirse que vuelvan a ocurrir hechos tan aciagos como la destrucción del Liceo de Aplicación en Santiago, ocurrido en una toma estudiantil.

De lograrlo, en un par de décadas nuestra sociedad será otra. Un país más inclusivo, sin guetos educacionales que formen ciudadanos de primera y tercera clase; una nación que aprendió a valorar que el verdadero desarrollo está dado cuando se vigoriza las expectativas y sueños de toda su gente; que este aumento del PIB no es un gasto, si no la inversión que permite incrementar el progreso sostenido de un pueblo. Los ciudadanos alimentados con formación y conocimiento son y serán siempre el grado exponencial de cualquier economía, de todo espíritu nacional que trasciende a su época y su entorno.

 

 

 

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