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Aysén
Las protestas, la brutalidad y las injusticias siguen en la provincia de Aysén, al sur de Chile. Foto: mapuexpress.net.
 

26 de marzo de 2012 | COLUMNA |

¡Un helado sin crema...por favor !

Por:  Lilian Aliaga

Hace unos días pasé a una gelatería con una  amiga, a tomar una copa de helado, no soy tan aficionada a ellos, pero el calor de 33° que hacía esa tarde invitaba a disfrutar este pequeño placer.

No se si fue por la preocupación y la angustia que día a día, durante el último mes he sufrido conociendo la situación por la cual están atravesando nuestros compatriotas en la Patagonia, que cuando la garzona llegó a nuestra mesa con la enorme copa coronada con una "montaña" de crema, me vinieron unas ganas casi incontenibles de llorar.

 Había olvidado  decirle, como siempre cuando pido un helado:  
- Sin crema, por favor...

¿Qué tiene que ver un helado con crema con el conflicto de Aysén? se preguntarán ustedes. Para mí tiene mucho que ver...

Es increíble como nuestro cerebro guarda todas las experiencias a lo largo de la vida y en cualquier momento las trae de vuelta condicionando nuestras actuales percepciones.

Corría el año 1973 y el agitado mes de septiembre comenzaba con días muy calurosos. En esos tiempos, se tomaba helado sólo en la época de calor; a diferencia de nuestros días, en que se consume todo el año. Paseaba con mi mejor amiga por el centro de Santiago, luego de la salida de la universidad, cuando se nos ocurrió juntar nuestras escuálidas monedas para comprar un helado en cono. 

Era para nosotras en aquellos tiempos, un lujo que solo muy de tanto en tanto nos podíamos dar, así que no sabíamos de la inexistencia de crema en el mercado. 

Recuerdo como si fuese hoy, con las ansias con que recorrimos cada heladería en varias cuadras a la redonda sin encontrar crema, como agregado para el barquillo. Finalmente desistimos, helado sin crema, al menos para mi, no era helado. He cambiado mucho desde entonces...

Con inmensa amargura unos días pasado el fatídico 11 de septiembre, al recorrer nuevamente las calles de Santiago, vi a través de las lágrimas que empañaban mis ojos, a decenas de personas caminando alegres y llevando en sus manos... ¡¡¡un barquillo coronado con un cerro de crema !!! 

Los "acaparadores" que boicoteaban el gobierno del presidente Allende habían abierto sus bodegas y liberado al mercado la crema y demás productos que tenían escondidos por meses provocando el desabastecimiento que tenía en jaque al país entero.

Desde entonces, entre otras cosas,  no soporto la crema agregada al helado.

Lo que está ocurriendo hoy en Aysén nos trae a la memoria, inevitablemente a quienes no nos informamos solamente a través de la televisión - esos aciagos tiempos.

Los videos y los testimonios que circulan en la red parecen de esa época.
No puedo dejar de pensar en las palabras de mi padre, cuando en medio de una conversación acerca de la imposibilidad vista por mí, que ocurriese alguna vez el regreso de los militares al poder, me dijo con pesadumbre:
- La historia siempre se repite, hija.

Con todo, yo aún quiero creer que esa vez él estaba equivocado, su propia realidad y dura experiencia de vida lo hacía pensar de esa manera. Afortunadamente la sociedad y las comunicaciones en especial, han evolucionado de tal modo, que el hecho de saber instantáneamente lo que ocurre en cada lugar del mundo, produce, creo yo, una especie de inmunidad.

Hace unos días las noticias provenientes de la región en conflicto dieron cuenta del corte total de los sistemas comunicacionales. Según autoridades de gobierno se produjo un corte de la fibra óptica que lleva estas señales, y dada la accidentada geografía de la zona era difícil precisar el lugar del problema y por tanto, solucionarlo.

¡¡¡Qué extraña coincidencia!!! Justo en momentos así, ocurre algo tan poco frecuente. Me embargó una tremenda angustia  ¡qué vulnerable es nuestra inmunidad!

En un país extraordinariamente largo y extraordinariamente angosto como el nuestro, provocar, o que se provoque por causas naturales el aislamiento total es muy fácil.

Hasta ese momento no había tomado entera conciencia de ello y no pude evitar un escalofrío.

Solo nos queda confiar en que las autoridades abran los ojos, destapen los oídos y entiendan que lo que está pasando no es producto del accionar de un grupo de activistas y desalmados que "tienen la maldad en el corazón", como dijo en un programa de televisión hace poco el presidente Piñera, sino el sentir de un pueblo entero hastiado de la injusticia y la desigualdad, al cual no se puede seguir reprimiendo con la  fuerza y la violencia, por el contrario, hay que sentarse a conversar de igual a igual, al calor de un fogón y tomando un  mate, como se usa en aquella golpeada región de gente buena y esforzada, y que - por si fuese poco - creyó en él y le brindó uno de los mayores apoyos en todo el país.

 


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