05 de septiembre de 2011 |COLUMNA
Promesas al viento
Por: Lilian Aliaga
Tendría escasamente unos cuatro años, mi hija menor, cuando una tarde en medio de una "pataleta" de rabia e impotencia me gritó llorando - tú nunca cumples lo que dices-.
¿El motivo?: haber cambiado de opinión y no llevarla de paseo, tal como se lo había prometido unas horas antes. La razón de este cambio de planes no la recuerdo, puede haber sido cualquiera, justificada o no.
Lo importante de ese episodio, es que mi pequeña a esa corta edad me dio una lección de vida que se ha constituido en una premisa básica de mi actuar: NUNCA OFRECER O PROMETER ALGO QUE NO TENGO CERTEZA DE PODER CUMPLIR. Recuerdo haber reflexionado mucho luego de aquello, analizando que era lo que estaba haciendo tan mal como para que mi hija sintiera que yo "nunca" cumplía con lo que lo prometido. De más está decir cómo me cuidé en adelante para no cometer el mismo error.
Hace unas semanas escuchaba a un personero de gobierno preguntarse por qué a todos los ciudadanos de pronto se les había ocurrido comenzar a plantear demandas sobre asuntos que han estado iguales desde muchos años.
¿Por qué este despertar colectivo, ahora ?... A mi juicio tiene mucho que ver con la reflexión anterior. Desgraciadamente quien gobierna Chile hoy, hizo de las promesas, la base de su campaña. Todos los políticos lo hacen, pero el grado de exaltación y el énfasis en la superioridad de su oferta, que el actual mandatario le imprimía a su lenguaje cuando era candidato, junto con su reconocido éxito en los negocios, hizo que muchos compatriotas se hicieran expectativas mucho más elevadas de lo que es razonable hacerse en estos casos. Así las cosas, es fácil entender la tremenda frustración y desilusión que hoy embarga a tantos.
Pareciera que muchos, inocentemente, creyeron que el éxito personal del señor Piñera podría ser transmitido o traspasado por algún mecanismo semejante al de osmosis, a un país entero. Por otra parte su actitud y la de la mayoría de las autoridades de su gobierno, contribuye muy poco a mejorar este clima. Su discurso arrogante y provocador, exaltando siempre el nivel EXCELENCIA que según ellos caracteriza su desempeño, y contraponiendo siempre lo POCO que según ellos, se hizo en los 20 últimos años, ha terminado por cansar a buena parte de chilenos. Las cosas caen por su propio peso.
Los agricultores han plagado las carreteras con carteles emplazando al presidente a cumplir sus promesas. Los estudiantes han cumplido más de tres meses de paros y todo tipo de manifestaciones de protesta incluidas las huelgas de hambre que han tenido en vilo al país entero y a las que, agravando más las cosas, el ministro de salud les ha restado toda importancia; aun cuando la vida de los jóvenes se vio gravemente amenazada.
Un joven de 16 años murió a causa de un disparo efectuado por un policía, durante el paro de la semana pasada; y recién después de todo ello, el señor presidente ha accedido a conversar directamente con los dirigentes del movimiento estudiantil, "cara a cara", como dijo su líder Camila Vallejos.
Los jóvenes, menos crédulos que los mayores, están haciendo exigencias de garantías para que la conversación que sostendrán con el primer mandatario en una fecha próxima, pero aún no definida, sea algo más que promesas y se logre dar respuesta a sus demandas con hechos concretos. Es de esperar que por su parte el señor presidente, también haya aprendido la lección y esta vez se comprometa estrictamente con lo que pueda cumplir.
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