31 de diciembre de 2013 | COLUMNA |
El tiempo pasa volando
Por: Lilian Aliaga
Por todas partes, estando ya a las puertas de un nuevo año, se escucha la misma frase: "El tiempo pasa volando - o - no sé porqué, pero parece que el tiempo, ahora, pasa más rápido".
Será así solo para quienes tenemos más edad, - me pregunto - y para tener una opinión en contraparte aprovecho la presencia de mis nietos de 9 y 12 años y comento con ellos el tema. Me asombra que opinan del mismo modo, tan distinto a mi propia niñez cuando todo parecía ocurrir en cámara lenta, en especial los veranos, interminables y plenos de aventuras.
No puedo culpar de esta sensación, a la vorágine de la vida citadina, puesto que vivo desde hace muchos años en un lugar completamente alejado de ella, entonces, ¿qué es lo que hace que también en mi caso, a los días les falten horas, que las semanas y los meses sean demasiado cortos y año tras año se vayan cada vez más raudamente?
Tal vez la instantaneidad de estos tiempos en que todo se conoce en "tiempo real" gracias al extraordinario avance de las comunicaciones, sea la causa de esta cada vez más agobiante sensación. El tener toda la información de lo que ocurre tanto en el ámbito familiar como en el social en todo momento, el estar "siempre conectados", resulta muchas veces un peso mayor al que podemos cargar y tal vez sea también el origen del cansancio con que la mayoría reconoce llegar a fin de año.
Recuerdo de niña cuando nuestra plácida vida familiar se alteraba, sólo, de tanto en tanto, a raíz de la llegada de los temidos TELEGRAMAS. Recuerdo la sombra que parecía caer sobre nuestro hogar cuando hacía su aparición, en una hora no acostumbrada, el cartero, trayendo uno de esos misteriosos papelitos que mi madre leía con ojos desmesuradamente abiertos para luego prorrumpir en llanto. Luego, la llegada presurosa de mi padre a quien mamá ya tenía listo e impecablemente planchado su traje y la siniestra cinta negra que él colocaba en un brazo de su chaqueta para partir ... lo más pronto posible a acompañar, a su última morada, a un familiar cercano. Muchas veces esta noticia llegaba demasiado tarde, cuando ya el acontecimiento había pasado y entonces, simplemente, no había nada qué hacer, excepto, resignarse y... orar.
Ahora y cada vez más, parece existir la necesidad de saberlo todo al instante, estar conectados en todo momento con la familia, con el trabajo, con las amistades se ha tornado un imperativo que nos mantiene en un constante estado de ansiedad y que tal vez sea la causa de la sensación de vertiginosidad de la vida actual.
En la medida que seamos conscientes de nuestras verdaderas necesidades y seamos capaces de centrarnos sólo en nosotros mismos aunque sea por algunos instantes al día, sin dejarnos arrastrar por la vorágine comunicacional y mediática, quizás logremos ganar para nuestras vidas un poco más de tiempo, tan valioso especialmente en la medida que nos va quedando menos...
Mis deseos para los lectores de Magazín Latino, aunque parezca una utopía, es que el año 2014 sea más relajado, menos ansioso y que puedan encontrar dentro de tanto y tan predecible afán cotidiano, un tiempo para ustedes.
Simplemente, un tiempo para SER y ESTAR ...
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¡Feliz Año Nuevo! desea a los lectores y colaboradores de Magazín Latino nuestra columnista Lilian Aliaga. |
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