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Nuestro bello planeta. Foto: equipoalagua.cl
 

16 de marzo de 2011 | EDITORIAL

Un planeta llamado Tierra

Las desgracias no vienen nunca solas, se acostumbra decir. Y en estos difíciles momentos por los cuales está pasando el planeta, Japón es el mejor ejemplo de ello. Y digo del planeta, porque cada vez es más evidente que lo que pasa en un país afecta también a los demás.

Muchas veces he estado agradecida de que en Suecia los movimientos telúricos son tan escasos como débiles. El mismo ministro del exterior – en un comentario que no me pareció muy adecuado, aunque no por ello menos cierto – dijo, en Twitter: "El tranquilo encanto de los países nórdicos es que acá no tenemos ni terremotos ni tsunamis". Claro, ante el sufrimiento de un país entero, suena bastante feo el golpearse el pecho por la suerte de tener la geografía que se tiene, pero, por otra parte el ministro es conocido por no pensarlo mucho, antes de escribir en su miniblog.

La respuesta de la ministra de industria y comercio, Maud Olofsson, tampoco me dejó contenta, al ser preguntada si lo acontecido en Japón cambiará los planes respecto a la energía nuclear en Suecia. Olofsson dejó entrever que, en realidad, no. El país necesita de sus plantas nucleares y el tsunami y el desastre nuclear en Japón no han hecho que el gobierno reconsidere los acuerdos anteriores.

A diferencia de la canciller alemana, Angela Merkel, quien afirmó que Fukushima supone un "punto de inflexión" para el mundo. En dos días Merkel cambió de opinión, respecto a la energía nuclear. Se cree que la decisión traerá problemas para la canciller, cosa que yo no entiendo. Como tampoco podré entender si Chile y EE.UU llegan a un acuerdo respecto a posibles plantas nucleares en Chile. ¡Dios nos guarde!

A mi modo de ver, encuentro muy acertado aprender de la experiencia de otros países. Aún más, cuando ha sido una experiencia tan dolorosa, como la que afecta a Japón, en estos momentos.
Cualquier comentario acerca de la tragedia en el país asiático resulta absurdo. No existen palabras apropiadas ante el inmenso dolor, angustia e incertidumbre a la que se ha enfrentado y se enfrenta el pueblo japonés. El silencio es, en estas ocasiones, más digno.

 

 

En cambio, he mirado con más atención las páginas acerca del medioambiente. Debo confesar que este no ha sido uno de mis temas favoritos. Pero, mientras más leo acerca de las barbaridades que los seres humanos están haciendo con nuestro – único - planeta, más me convenzo de que hay que informarse, y tomar las medidas necesarias. Alguien dirá: ¿Qué puedo hacer yo, ante el poder de los grandes? El caso es que siempre hay algo que podemos hacer. Si uno se informa, claro. Por ejemplo, yo estaba convencida de lo bueno que era consumir soja, mucho mejor y más sana que la carne. Hasta que escuché lo que Deo y Chesco vinieron a contarnos. (Mujer.se: "Hay que frenar el monocultivo de la soja en Argentina")

Claro, ¿qué puede hacer uno, acá, en Suecia, en contra de las transnacionales (Monsanto, por ejemplo), que han contribuido a que en el 50 % de la superficie cultivable de Argentina se dedique al monocultivo de la soja? Respuesta: no comprar sus productos.

Muchas veces me pregunto que estamos haciendo con el planeta. Y cuanto aguantará. Que pasa con todos los huecos, que de hecho deben quedar, al extraer el petróleo de cada vez más regiones. O el cobre, o tantos otros productos de las entrañas de la Tierra.

Y, a pesar de ser una adicta de internet, de la tecnología moderna y de la electricidad, obviamente, añoro los tiempos en que los seres humanos éramos felices, al candor de una vela.

 

Marisol Aliaga
Editora responsable

 
 
 
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