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Jonas Hassen Khemiri y  Beatrice Ask
El joven escritor Jonas Hassen Khemiri y la Minsitra de Justicia Beatrice Ask. Foto: Dn.se.
 

02 de abril de 2013 | CULTURA |

Estimada Beatrice Ask

Ayer respondió la Ministra de Justicia Beatrice Ask en el parlamento preguntas sobre el duramente criticado proyecto Reva, que tiene el propósito de llevar a cabo más expulsiones de indocumentados en Suecia. Hoy escribe el escritor Jonas Hassen Khemiri sobre el significado del racismo para los que lo han experimentado en su propia piel durante toda su vida: "Te escribo con un simple deseo, Beatrice Ask. Quiero que intercambiemos piel y experiencias. ¡Vamos, hagámoslo!".

Fuente: Dagens Nyheter. 13-03-13. Jonas Hassen Khemiri. Traducción: Magazín Latino

Son muchas las cosas que nos diferencian. Tú naciste a mediados de los años 50, yo a fines de los 70. Tú eres mujer, yo hombre. Tú eres político, yo soy escritor. Pero hay ciertas cosas que nos conectan. Ambos estudiamos economía internacional (sin graduarnos), tenemos más o menos el mismo peinado (aunque el color del pelo nos diferencia). Y ambos somos ciudadanos con plenos derechos en este país, nacidos dentro de sus fronteras, unidos por el idioma, la bandera, su historia e infraestructuras. Ambos somos iguales ante la ley.

Por eso quedé sorprendido cuando el jueves te hicieron la pregunta en "P1 Morgon" de si tú, como ministra de justicia, te sentías preocupada por el hecho de que personas (ciudadanos, contribuyentes, electores) manifestasen haber sido parados por la policía, requiriéndoles sus pasaportes solo por causa de su apariencia (pelo oscuro, no rubio, negro). Y tú respondiste:

- La experiencia del porque alguien me ha preguntado algo, puede ser muy personal. Hay ex condenados que perciben que siempre son cuestionados, a pesar de que no se ve si alguien ha cometido un delito. (...) Para evaluar si la policía está trabajando de acuerdo con las leyes y reglas hay que tener una perspectiva holística.

Interesante la elección del término: "ex condenado". Porque eso es precisamente lo que somos todos nosotros, los que somos culpables antes que se demuestre lo contrario. ¿Cuándo se transforma una experiencia personal en una estructura racista? ¿Cuándo es discriminación, opresión, violencia? ¿Y cómo puede una "perspectiva holística" excluir a una gran parte de las experiencias personales de los ciudadanos? ¿Qué experiencia es la que vale?

Te escribo con un simple deseo, Beatrice Ask: quiero que intercambiemos piel y experiencias. Vamos. Hagámoslo simplemente. Tú nunca has sido ajena a ideas algo torcidas (todavía recuerdo tu polémica propuesta de que se enviase un sobre color violeta a los domicilios de todos los compradores de sexo).

Durante 24 horas, tomamos prestado el cuerpo del otro. Primero entro yo en tu cuerpo para sentir la sensación de cómo es vivir como mujer en un mundo político patriarcal. Luego te presto mi piel para entender que, cuando sales a la calle, bajas al metro, entras en un centro comercial y ves allí un policía, con la ley de su parte, con el derecho de acercarse a ti y te pide que demuestres tu inocencia, despertando vívidos recuerdos: otras agresiones, otros uniformes, otras miradas. Y no, no necesitamos ir tan lejos como a la Alemania de la Segunda Guerra Mundial o a la Sudáfrica de los años ochenta. Basta con nuestra historia sueca cercana, una serie de experiencias al azar que nuestro cuerpo común recuerda repentinamente.

Tener seis años y aterrizar en Arlanda, nuestra patria común. Vamos hacia la aduana, con un papá al que le suda la mano, que se aclara la garganta, que se arregla el peinado y que lustra sus zapatos contra el pantalón. Controla dos veces que el pasaporte sueco está en el bolsillo interior correcto. Dejan pasar a todas las personas rosaditas. Pero paran a nuestro padre. Y pensamos: “Quizás es una coincidencia”. Tener diez años y presenciar cómo se repite esta escena. “Quizás era su acento”. Tener doce años y ver la misma escena. “Quizás era su bolso, agujereado y con la cremallera rota”. Tener catorce, dieciséis, dieciocho…

Tener siete años y comenzar la escuela y tener una introducción a la sociedad de un padre que ya tiene terror de sus hijos hereden su exclusión. Dice él:

– Cuando uno tiene esta apariencia, siempre hay que ser mil veces mejor que el resto para no ser rechazado".

– ¿Por qué?

– Porque todos son racistas.

– ¿Tú eres racista?

– Todos menos yo.

Porque es exactamente así como funciona el racismo. No es nunca una parte de nuestra culpa, nuestra historia, nuestro ADN. Siempre está en algún otro lado, nunca aquí, en mí, en nosotros.

Tener ocho años y mirar películas de acción en las que hombres morenos violan, maldicen guturalmente, pegan a sus mujeres, secuestran a sus hijos, manipulan y mienten y roban y maltratan. Tener dieciséis, diecinueve, treinta y dos y ver la misma figura de cartón volver una y otra vez.

Tener nueve años y decidir ser el más aplicado de la clase, el mejor hipócrita del mundo. Todo va según los planes y es solo si tenemos un profesor sustituto cuando alguien presupone instantáneamente que somos los revoltosos de la clase.

Tener diez años y ser perseguido por skinheads por primera vez, pero no por la última. Ven nuestro cuerpo común en un banco de los borrachitos fuera de la iglesia de Högalid. Ellos rugen, nosotros corremos, nos escondemos en un portal, con sabor a sangre en la boca, nuestro corazón común late fuertemente durante todo el camino a casa.

Tener once y leer historietas donde los orientales son místicamente exóticos, con bellos ojos marrones, sensuales (pero al mismo tiempo traicioneros).

Tener doce y entrar en la tienda Mega Skivakademin para escuchar CDs y cada vez que entramos allí los guardias comienzan a circular como tiburones, hablan en sus walkie-talkies, nos persiguen a solo unos metros de distancia. Y nosotros tratamos de actuar normal, nos esforzamos para utilizar un lenguaje corporal lo menos criminal posible. Camina normal, Beatrice.

Respira como de costumbre. Acércate al estante con los CD y toma el de Tupac de forma tal que muestre que no estás planeando robarlo. Pero los guardias continúan vigilando y en alguna parte, muy adentro, en lo profundo de nuestro cuerpo común, hay un placer vergonzoso por saborear esa estructura que aprisionó a nuestros padres, tener una explicación a por qué nuestros padres nunca tuvieron éxito aquí, por qué sus sueños murieron en un mar de solicitudes devueltas al remitente.

Tener trece y comenzar a ir a los centros de recreación para jóvenes y escuchar las historias. El hermano mayor de tu amigo, que contestó mal a la policía de Norrmalm, siendo arrojado al bus de la policía y después empujado, haciéndole sangrar la nariz, en Nacka. El amigo del primo que se vio llevado y maltratado por los guardias en el pequeño cuarto en el andén de la estación del metro de Slussen (Con directorios de teléfono para que no le quedaran moretones)

El papá del amigo N que fue encontrado por una patrullera de la policía y fue encerrado en la celda para borrachos porque balbucía y solo al día siguiente la policía se dio cuenta que algo no estaba bien y en Emergencia descubrieron que tenía un derrame cerebral y en el funeral su novia dijo: Si solo me hubieran llamado les podría haber dicho que él nunca bebía alcohol.

Tener trece años y medio y vivir en una ciudad asediada por un hombre con un rifle con mirilla laser, una persona que le ha disparado a once hombres de pelo negro en siete meses sin que la policía interviniera. Y nuestro cerebro común comienza a pensar que siempre son los musulmanes los que peor lo pasan, siempre los que tienen nombres árabes los que tienen menos poder (y reprimir completamente las veces cuando otras estructuras gobernaban -como cuando un muchacho en la escuela a los que todos llamaban "judío" fue encadenado a una reja con un candado en los jeans, y todos solo se reían cuando trataba de soltarse, él se reía también, trataba de reírse, ¿nos reíamos?)

Tener catorce y salir del McDonald en Hornsgatan y que dos policías pidan el carnet de identidad. Tener quince y estar afuera de la tienda Expert cuando una patrullera de policía se detiene, salen dos policías, nos piden identificación, preguntan que pasa esta tarde. Luego se suben al auto y se van.

Att vara fjorton och komma ut från McDonald’s på Hornsgatan och bli frågad på legg av två poliser. Att vara femton och sitta utanför en Expertbutik när en polispiket stannar till, två poliser kommer ut, ber om legg, frågar vad som händer i kväll. Sen hoppar de tillbaka in i bilen.

Y siempre la lucha interna. Una voz que dice: No tienen ningún derecho de mierda a juzgarnos a priori. No tienen porqué mierda acordonar la ciudad con sus uniformes. Les está prohibido hacernos sentir inseguros en nuestros propios barrios.

Pero la otra voz dice: Piensen si no es nuestra propia culpa. Hablábamos demasiado alto. Teníamos puestas sudaderas con capucha y zapatillas. Teníamos puestos jeans demasiado grandes con muchos bolsillos sospechosos. Cometimos el error de tener un color de pelo propenso al delito. Debiéramos haber elegido tener menos melanina en nuestra piel. Por casualidad tenemos apellidos que recuerdan a este pequeño país que son parte de un mundo más grande. Somos jóvenes. Todo cambiaría cuando fuésemos mayores.

Y nuestro cuerpo común creció, Beatrice Ask. Dejamos de ir al centro recreacional para jóvenes, reemplazamos la sudadera con capucha por un abrigo negro, el gorro por una bufanda. Dejamos de jugar baloncesto y comenzamos a estudiar economía en la Handelshögskola de Estocolmo. Un día estamos afuera de la Estación Central en Estocolmo escribiendo notas en una libreta (porque aunque estudiábamos economía soñábamos con ser escritores) - De repente aparece por nuestro lado derecho un hombre macizo con un audífono: "¿qué tal? Nos pide identificación y luego toma nuestros brazos en un abrazo policía y nos transporta hasta la patrullera donde obviamente debíamos esperar que le dieran la señal que éramos quienes decíamos que éramos.

Al parecer nuestra descripción correspondía con otra. Obviamente nos veíamos como otros. Durante veinte minutos estamos sentados en la patrullera. Solos- Aunque sin embargo no solos. Porque pasaban cientos de personas. Y nos miraban con una mirada que susurraba: "Allí. Otro más. Otro más que se comporta según nuestros prejuicios".

Y yo quería que tú hubieras estado en la patrullera, Beatrice Ask. Pero no estabas. Estaba solo. Y enfrente todas las miradas de los transeúntes y traté de mostrar que no era culpable, que solo había estado parado y me veía de cierta forma. Pero es difícil defender su inocencia desde los asientos traseros de una patrullera.

Y es imposible ser parte de la comunidad cuando el Poder constantemente asume que uno es Otro.

Después de veinte minutos nos dejan salir de la patrullera, ninguna explicación, ninguna disculpa. Solo "te puedes ir ahora". Y nuestro cuerpo lleno de adrenalina abandona el lugar y nuestro cerebro piensa: "Debiera escribir sobre esto". Pero nuestros dedos sabían que no ocurriría. Porque nuestra experiencia, Beatrice As, no es nada en comparación con lo que le ocurre a otros, nuestro cuerpo ha crecido dentro de los límites, nuestra madre es de Suecia, nuestra realidad está bien acomodada en comparación con lo que le ocurre a los verdaderamente sin poder, sin recursos, sin documentos. No estamos amenazados de expulsión. No arriesgamos ser encarcelados si regresamos.

Y el saber que otros lo tienen mucho peor, escogemos el silencio en vez de las palabras y los años pasan y mucho más tarde se lanza Reva, el efectivo y legal trabajo aplicado. La policía comienza a buscar en los centros comerciales y se paran fuera de las clínicas que ayudaron a los indocumentados y familias con hijos nacidos suecos expulsados a países que los niños nunca han visitado y ciudadanos suecos obligados a probar su afiliación con sus pasaportes y una cierta ministra de justicia explica que no se traza de discriminación racial sino de "experiencias personales". Las rutinas del Poder. La práctica de la Violencia. Todos solo hacían su trabajo. Los guardias, la policía, los funcionarios de aduanas, los políticos, el pueblo.

Y aquí ustedes nos interrumpen y dicen: ¿Pero es tan difícil de entender? Todos deben seguir la Ley. Y nosotros respondemos: ¿Pero piensen si la Ley es ilegal?

Y ustedes dicen: Todo se trata de prioridades y no tenemos recursos infinitos. Y nosotros respondemos: ¿Pero cómo es que siempre hay dinero cuando se trata de perseguir a los con recursos limitados, pero nunca cuando se les debe defender?

Y ustedes dicen: ¿Cómo vamos a poder combinar una amplia red social protectora y al mismo tiempo dar la bienvenida a todos? Y movemos los pies en la tierra y aclaramos la garganta, porque si vamos a ser completamente honestos, no tenemos una respuesta clara. Pero sabemos que una persona nunca puede ser ilegal y que algo se debe hacer cuando los uniformes propagan inseguridad y la Ley se vuelve contra su propia población y aquí ya es suficiente para ti, Beatrice Ask, tratas de dejar nuestro cuerpo, piensas igual que los lectores que esto ya es demasiado largo, solo un montón de repeticiones, no llegan a ningún lugar y tienes razón, nunca terminará, no hay solución, no hay una salida de emergencia, todo se repite, porque las estructuras no desaparecerán solo porque votamos en contra de Reva, Reva es una extensión de la constante opresión de baja intensidad, Reva continúa viviendo en nuestra incapacidad de reformular nuestra petrificada imagen nacional y esta noche en una cola a un bar cercano, no-blancos se esparcen sistemáticamente para que no los guardias no los paren en la entrada y mañana en tu cola para la vivienda, las personas con nombres extranjeros utilizan los nombres de sus parejas para no ser excluidos, y recientemente en una solicitud de trabajo un sueco normal escribió "NACIDA Y CRIADA EN SUECIA " con mayúsculas solo porque ella sabe lo que ocurre si no lo hace. Todos saben lo que ocurre. Pero nadie hace nada. Por el contrario, nos centramos en localizar a las personas que han llegado aquí huyendo en búsqueda de la seguridad de la que estamos tan orgullosos de poder ofrecer a (ciertos) de nuestros ciudadanos. Y yo escribo "nosotros", porque somos una parte del todo, este cuerpo social, este nosotros.

Te puedes ir ahora.

 


   
 
 
 
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