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Sandra Torres
La ex primera dama guatemalteca, Sandra Torres. Foto: Zonacero.info.
 

14 de noviembre de 2011 | AMÉRICA LATINA | GUATEMALA

"En Guatemala no es Sandra el problema"

A lo largo de la historia guatemalteca, partiendo de la época de la colonia, la situación de vida en general y en particular la de la mujer, ha ido evolucionando conforme al ritmo propio de la naturaleza, durante los diferentes períodos históricos que ha atravesado el país. En cuanto a la mujer, del anonimato y la pasividad relacionados según los diversos niveles de cultura y educación, se ha venido incorporando a una participación activa y pública en la colectividad, como resultado de la sensibilidad e intuición latentes en toda mujer, sea o no consciente de ello.

Por: Consuelo Carrillo Meza

En términos generales, ella siempre ha sido un pilar en la búsqueda del bien, sea individual, de la familia o del bien común, guiada por esa intuición intrínseca de su naturaleza, tanto como individuo como por ser una persona. En el entorno del actual juego político, ante la desafortunada e inminente destrucción del Estado guatemalteco, el que se haya lanzado al escenario público la voz de Sandra Torres, parece haber causado conmoción en sectores minoritarios de la colectividad, lo cual no sorprende dada la valoración y marginación a que ha sido expuesta la mujer durante siglos, hoy día enfatizado, tanto de parte de los hombres como por el de aquellas mujeres inconscientes que reniegan de su propio género, en vez de luchar por la revalorización de sus derechos.

Tanto unos como otras, demuestran que permanecen en el letargo y la idea de que los pobres viven contentos con lo que tienen: su camisa, su hamaca, su rancho, su piedra de moler, su cacaste, su desgastado huipil a más de otra infinidad de carencias, conformando una mayoría de población guatemalteca tanto en las áreas rurales como urbanas. De allí la sorpresa del salto cuántico del protagonismo de la mujer en la vida política y social del país con el propósito de ubicarlo en un nivel superior acorde a las corrientes actuales del progreso y el desarrollo integral de sociedades y países más avanzados.

Hoy por hoy, doña Sandra no es el problema en Guatemala, el problema guatemalteco es la corrupción moral, la injusticia y falta de equidad en la distribución de bienes, la tergiversación de la ley, la disfunción social, el desequilibrio y las enormes limitaciones y desventajas que sufre cada día la mayor parte de la población guatemalteca, necesitándose verdadero valor para insertarse en un mundo, en el que la mujer es utilizada como portavoz y estimulada a ser una enemiga de ella misma.

Hoy que los medios de comunicación nos informan y venden de todo, sea de procedencia veraz o falta de ella, se corre el riesgo de juzgar con ligereza a personas, situaciones o cosas, como las del momento que vive Guatemala, que es un país pequeño situado en la cintura del nuevo continente, es decir en el centro que une a la América del norte con la del Sur, que dentro de sus grandes y gravísimos problemas, ha conquistado en el mundo un perfil de excéntrico contraste entre un Premio Nobel de Literatura en una población en su mayor parte analfabeta y una permanente guerra intestina con un Premio Nobel de la Paz, galardones en los que no es extraño que hayan coincidido ambos géneros: el masculino y el femenino.

Guatemala por fortuna parece despertar a una conciencia de la realidad que es siempre presente, por tanto, cada día más ajena a ilusionismos futuros y más distantes de atascamientos en arenas del pasado. Su sobrevivencia se sostiene, como ha ocurrido en todo tiempo en la historia de la humanidad, en las manos y el corazón de sus mujeres.


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